lunes, 6 de junio de 2011

Otra oportunidad.... (Sobre nuestro sistema penitenciario)

Hace pocos días fui a una cárcel de menores, el sepinami, en Los Teques. Participé en una actividad que buscaba inculcar valores y ayudar a reformar estos jóvenes.  Idea de la Asociación “Impulso Creativo”, como también de “Voluntarios en red” de VP.

Es inevitable reflexionar luego de realizar actividades como éstas. Gente con experiencia en voluntariado me comentaba como muchas actividades carecen de impacto pues, luego de realizadas, su efecto se esfuma en el viento. Creo, al contrario, que hay formas de dejar una huella permanente en la gente. Una de ellas es la educación. La misma (ya sea técnica, o de principios y valores) es un asunto distinto. Lo maravilloso de la educación es que funciona como una semilla, lo importante es plantarla en los corazones y mentes de las personas, para que luego crezca.

En Sociología, coexisten dos grandes paradigmas metodológicos, el holismo y el individualismo. El holismo ve a la sociedad como una totalidad, un conjunto donde el todo es más que la suma de las partes. Bajo esta concepción los individuos son producto de la sociedad. Los individualistas en cambio creen que la sociedad es la suma de individuos, y que el individuo hace a la sociedad.

La mayoría de los sociólogos optan por el holismo metodológico. Yo también veo las cosas de esa manera.

Las circunstancias y condiciones en que nos criamos y crecemos juegan un rol determinante en quienes somos al crecer. Recuerdo algún debate en que mi compañero (quien es Médico) afirmaba que los seres humanos son en 20% lo que su carga genética les tenia destinado ser, y 80% la forma en que su entorno (alimentación, educación, etc) los moldeó.

Así, alguien que vive su infancia bajo paupérrimas condiciones, con falta de buena alimentación, con pobre educación, y además rodeado de malas influencias, es mucho más susceptible de terminar en círculos criminales que alguien que haya disfrutado de una vida envidiable. Y cuando llega el momento en que, por una u otra razón, esta persona que creció marginalizada comete algún grave error, termina en nuestro sistema penitenciaro, uno de los mas deplorables que haya.

La situación penitenciaria de nuestro país se enfrente ante una terrible paradoja. Por un lado existe impunidad, pues más del 90% de los crímenes de asesinato no son resueltos. Y por otro lado, el brutal estado en que se encuentran las cárceles de nuestro país hace que, quienes se encuentran dentro de las mismas vivan en estado de guerra (por suerte, el Sepinami no presentaba éstas condiciones).

No sólo las cárceles, todo el sistema, desde el judicial hasta el penitenciario presentan fallas terribles. Sólo hace falta conocer el caso de abuso de poder en el CICPC de El Rosal para darnos cuenta que los funcionarios públicos que lidian con presuntos criminales, son a veces mucho más maleantes que los criminales a quienes deben vigilar. 

Ha rodado por internet  un reportaje del New York Times, mostrando una peculiar cárcel en Margarita. En esta prisión los reclusos pueden hacer de todo, menos salir. En su mayoría narcos que fueron capturados (pues  Margarita es un centro de actividad narco), y que ahora continúan dirigiendo sus negocios ilícitos desde dentro. (en video)

Sin embargo, la mayoría de las cárceles venezolanas presentan una situación deplorable, donde los reclusos se encuentran en medio de un campo de batalla, luchando por sobrevivir. Suelen existir "pranes" , los chivos de un pabellón, y si a éste le gusta tu mujer, debes permitir que disfrute de ella, o o puedes decir adiós a tu vida. Éstas son solo algunas de las atrocidades que suceden dentro de una cárcel. Los individuos que entran allí están condenados a luchar, sufrir, en fin, sobrevivir.



Bajo esas condiciones, es de esperar que un recluso no se reforme. Y si cambia, en vez de hacerlo para bien, lo hará para peor.

Pero debemos recordar que el fin de un sistema penintenciario es reformar a aquellos que ingresan al mismo. Nuestro sistema en cambio lo único que hace es negarle la oportunidad de reforma ha gente que se ha desviado del buen camino. Si, es reprochable que haya cometido errores en el pasado, pero más reprochable aun es negarles la oportunidad de retomar una correcta vida.


Decía John Rawls que nacer bajo ciertas condiciones (ya sea adversas o favorecedoras) no es injusto, pues es un hecho natural, del cual es dueño el azar (nadie escoge nacer pobre o rico, simplemente nace en ese contexto), lo que si es injusto es que la sociedad (y el Estado) no  hagan nada al respecto para corregir esa desigualdad. Pero ese será el tema de mi próximo artículo (la redistribución de ingreso e igualdad de oportunidades).

Muchas de las personas que terminan en el mundo del crimen, son de una u otra forma víctimas del entorno en que crecieron. Pero como sucede en algunos caso, sólo es necesario algún hecho importante que cambie la vida de estos individuos para revertir este proceso de "socialización negativa". En cierta forma, creo que un proceo de "socializacion positiva" puede ayudar a revertir años de marginalización, falta de educación y oportunidades, que a veces lleva a individuos a cometer crímenes. No se les exenta de responsabilidad, pero si se les ingresa en sistemas penitenciarios brutales, salvajes e inhumanos, nunca podrá experimentar algo que le haga retomar un buen camino. 

Pero, ¿Hasta que punto podemos cambiar la vida de alguien? ¿Poemos revertir un poco el proceso de socialización negativa? . Para los escépticos que crean a un recluso un caso perdido, quisiera citar un trabajo de Alejandro Moreno, quién en un estudio a través de entrevistas vio como evolucionaba la vida de algunos malandros. Una de estas entrevistas ilustra como, a causa de la pobreza, una infancia desafortunada, situaciones adversas y hogares disfuncionales  un hombre a cae en la delincuencia común.  Destinado a perderse, un evento (un campamento juvenil cristiano) y una persona (un sacerdote) le hicieron cambiar de manera tan fuerte,  que pasó a ser  líder de su comunidad con un trabajo honesto.

El punto está en  ensenar valores, y más aun, darles la motivación para perseguirlos, y conquistarlos,  pues de nada sirve un hombre que esté consciente de la diferencia entre el bien y el mal, si opta por el mal.


En nuestras vidas, todos recordamos hechos que han marcado un antes y un después, que nos han cambiado de forma sensible. Sólo hace falta confiar en el potencial humano, y esperar que algunos de estos individuos cambien. No todos lo harán, claro está, pero al menos brindarles una oportunidad, enseñarles el buen camino, y que a final sean ellos quienes decidan.

El ser humano puede cambiar, incluso el mas corrupto puede realizar un giro  (cuando hablo de corrupción me refiero a la degeneración de las virtudes ). Todo depende de la intensidad con que se le remuevan  vicios, y se le siembren virtudes. La institución castrense, con un duro entrenamiento, logra remover de los seres humanos nada más y nada menos que su instinto a la supervivencia, para que, incluso el más miedoso, no tema perder su vida en combate. Este ejemplo "negativo" nos hace ver que incluso nuestra misma esencia puede ser cambiada, si el entorno nos lo permite. Por tanto, hasta el ser más corrupto puede cambiar para mejor, si el entorno se lo permite.

Es por ello que es necesario cambiar el el sistema penitenciario y judicial. Desde el tipo que está en la torre del reten con un fusil, hasta las cortes que  tardan años en  tomar una decisión, pasando por el policía corrupto. Todo debe ser corregido.

Teniendo en cuenta lo oscuro de nuestro sistema, iniciativas como "Dale la mano a tu par", o actividades más pequeñas (como ésta donde participe en el sepinami) son realmente admirables. Sin embargo, la solución al problema comienza por que el gobierno tome en cuenta seriamente éste problema, y en vez de llamar a la creación de ministerios en programas dominicales, se diseñen políticas que busquen humanizar las cárceles, agilizar los procesos judiciales, depurar las fuerzas policiales, e incrementar las oportunidades en educación y trabajo que terminarían por disminuir el hampa común.

Comencé mi artículo hablando de una visita que hice a una cárcel de menores, y de alguna forma terminé hablando del sistema judicial y penitenciario como un todo. ¿Cuál es el nexo? Pues, en verdad, que el sistema debe cambiar, para que los jóvenes como aquellos que hoy se encuentran tras las rejas, tengan la oportunidad de reformarse, para finalmente reintegrarse a la sociedad como ciudadanos útiles a la patria.

Los chamos que tuve la oportunidad de visitar tienen ante si un mundo en el que pueden optar obrar correctamente, o continuar por un sombrío camino. De hecho, en el sepinami, los jóvenes entre 18 y 21 años
  son quienes mejor se comportan, pues si se portasen mal los envían al Rodeo.

El pasado no se puede modificar, pero el futuro es siempre moldeable. De cada quien depende si continuar y proyectar a futuro su pasado, o si hace borrón y cuenta nueva. 

Ofrecer una oportunidad es dar la capacidad de no continuar con un pasado sombrío que se desea dejar atrás, para construir un futuro de bien que se espera recibir con brazos abiertos.

2 comentarios:

  1. Roddy. Yo que también he visitado cárceles en Venezuela comparto tu preocupación y me parece importante resaltar este tema. Uno no tiene idea de cómo es la vida en una cárcel, por más que te la cuenten, hasta que la "vive" así sea por un par de horas que dure la visita. Yo fui a dictar un seminario sobre Derechos Humanos y me parecía insólito hablarles de algo que ven vulnerado día a día. No voy a comentar los autores y aspectos politológicos/sociológicos que mencionas en tu artículo porque me ha hecho recordar mis visitas y enfocarme en algo que a todos nos es común: el aspecto humano. Que las cárceles sean centros de rehabilitación y no centros de tortura.

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  2. No tengo mucho que agregar a tu comentario, muy acertado Caro. La cárceles deben ser humanizadas si queremos lograr un cambio positivo en quienes entran a ellas.

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