viernes, 28 de diciembre de 2012

La verdad sobre el chavismo sin Chávez


“Conócete a ti mismo y ganarás una batalla. Conoce además a tu enemigo y ganarás 100 batallas

Es triste que un civil como  yo comience un artículo con una cita de un teórico militar como Sun Tzu. Sin embargo es comprensible, pues los civiles llevamos 14 años gobernados y escuchando hablar a un militar que narra sus episodios políticos como batallas de guerra.

Comienzo de esta manera para ilustrar como las formas discursivas se adentran en nuestro ser, incluso si no compartimos las mismas. Formas discursivas que han permeado en nuestro pueblo y han sido internalizadas por muchos. Es importante recordarle esto a quienes creen que 14 años de discurso podrían venirse abajo el 10 de Enero, y sobretodo a  aquellos que piensan que 14 años serían fácilmente derrotables en una hipotética elección presidencial.

No esperen que alguien que lleva escuchando el mismo discurso por 14 años cambie su visión del mundo solo porque algunas figuras cambiaron de posición.  No esperen que quien lleva la mitad de su vida escuchando que la burguesía es mala vote por un burgués. El chavismo sin Chávez es una realidad, pero antes de conocerla debemos comprender qué es esa cosa llamada chavismo. El mismo es una bizarra mezcla de marxismo y socialismo real, fascismo (aunque prefiero llamarlo pretorianismo), caudillismo, clientelismo y  bolivarianismo.

Del marxismo se toman los elementos que más le convienen. Principalmente la dialéctica como lucha de clases entre ricos y pobres, y la intervención estatal en la economía como forma de acabar con la empresa privada (lo cual a su vez le da más control sobre la sociedad). Aquí encontramos a Nicolás Maduro, José Vicente Rangel, Elías Jaua y otros.

Del fascismo toma ese elemento militar que podemos llamar pretoriano. El pretorianismo es esa tendencia castrense que se ve a si misma como necesaria cuando los civiles fallan en conducir los destinos de un país. Son quienes se elevaron en armas en 1992, son quienes hoy gobiernan 11 estados de nuestra nación.
Discursivamente el chavismo tiene un elemento de gran fuerza. La inclusión discursiva, “el pueblo y la participación” como centro del verbo, la exaltación de figuras y epopeyas históricas como Bolívar, Zamora, Maisanta o la batalla de Carabobo. Todo este elemento discursivo complementado con una fuerte dosis de clientelismo político financiado por la renta petrolera.

Todo lo malo del chavismo ya lo conocemos, pues lo vivimos día a día en las calles, y lo presenciamos con tristeza en  el deterioro institucional y democrático de nuestro país.

En pocas palabras, eso es el chavismo.

¿Quién podía unir semejantes ideas en un todo más o menos coherente? Un militar, de izquierda, bolivariano, que llegó al poder por voto popular.

¿Qué puede hacer que dichas ideas permanezcan en el tiempo incluso sin Chávez? El chavismo sin Chávez. El mismo viene gestándose desde hace un tiempo, y paradójicamente ha sido promovido por el mismo presidente.

Un claro ejemplo de esto es la evolución del partido de gobierno. Cuando llegó al poder se llamaba Movimiento V República. Era un partido con escasa definición ideológica, pues contaban con poco más que el árbol de tres raíces. Era además un movimiento de excesiva dependencia caudillista, pues su logo era el rostro de Chávez con su boina roja.

En 2006 el partido de gobierno pasó de ser un proyecto caudillista a ser un proyecto más ideológico. Su base ya no era el árbol de 3 raíces, sino el socialismo. Su logo ya no era el rostro de Chávez, sino la estrella roja, símbolo de socialismo real. Allí se materializó el socialismo: o en otras palabras, el chavismo sin Chávez.

A uno le enseñan que persona e institución son cosas distintas, y no solo distintas, sino antagónicas. La primera tiene vida limitada, mientras que la segunda permanece en el tiempo.

El chavismo sin Chávez es fundir ambos términos en uno solo. El chavismo sin Chávez es, después de todo, hacer de una persona una institución y asegurarse que permanezca el tiempo.

La verdad es que el chavismo sin Chávez es más fuerte de lo que muchos pensaron. La verdad es que ellos están más unidos que nosotros, pues les une el temor a perder sus prerrogativas. La verdad es que el chavismo sin Chávez por fin fue puesto a prueba y nos pasó por encima el 16-D. La cruda verdad es que no estamos preparados para vencer al chavismo sin Chávez.

Pero es frente a la amenaza de una nueva derrota donde la alternativa democrática (institucionalizada en la MUD) debe unirse de verdad. Quedará de parte de nuestros líderes conocer esta realidad y actuar frente a ella. Pero como dice Sun Tzu, es importante que lo hagan sabiendo a que se enfrentan, pues para asegurar la victoria es necesario conocer al chavismo sin Chávez más que a nosotros mismos, pues solo conociendo al rival ganaremos 100 batallas.

Roddy Enrique Rodríguez
@roddyenrique

sábado, 22 de diciembre de 2012

The opium of the people: Religion in african politics




Religion is regarded by the common people as true, by the wise as false, and by the rulers as useful


Seneca

In most of societies, even secular ones, religion tends to be the source of our values. What we are, how we think, what we do, it’s all very influenced by religion. Even atheists commonly adopt the main moral principles of the religions practiced in their societies, since values, which are moral principles, are inherited regardless of the religious views of individuals.

This positive side of religion is, at the same time, a very negative one for mankind as a whole. Although is true religion has a moral and cohesive power within a community, the existence of different religions divides mankind and fosters intolerance between groups belonging to different religious cults.

 Identities and factions are always a dividing power that drives people to see each other as different, instead of watching themselves as members of the same macro-community: mankind. But religion is one of the most important factors shaping personality, and individual or collective identity.

Psychologically, the tendency of religious groups to fall into conflict has been explained by the differentiation made between “us” and “them”. Human beings protect, almost instinctly, those who belong to their group (whichever it is), and, by doing so, fall into hostility towards “them”, the other groups.

The result of this reality is conflict. All religions uphold dogmas; all religions claim to praise the true god, and to practice the real faith, excluding all other cults. This exclusivity of all religions derives into intolerance to other groups, and, at last, intolerance leads to bitter conflicts.

Observing this, some intellectuals have divided the world in religion-based civilizations, like Samuel Huntington did on its best seller “Clash of Civilizations”, where he named 8 major cultures, each with its own religion, pointing the tendency to conflict among them, and stating that new wars wouldn’t be ideological, but religious.

In Africa, there are terrorist groups fighting to impose sharia law, like Al-Shabab does in Somalia. There is political unrest in a country at the brink of a civil war like Nigeria due to division within its society between Christians and Muslims. We have states trying to deal with multi religious populations since this continent is host to more than a 100 domestic cults. 

 African States must find a way to deal with this diversity of religions, especially when they arise within their own society. Being secular is always an option, but most groups would like to see their beliefs reflected on domestic law and national authorities, so, the issue at hand is not piece of cake at all.

The right thing to do would be to set fundamental principles equal for all religions, assuring them certain amount of religious freedom, in order to respect minorities, and not to allow the brutal rule of the majority.

Nevertheless, some governors have failed to see this since, as Seneca observed thousands of years ago, those in power, ( and also those looking for power)use religion as a tool whether to manipulate people, or to dominate them. This may lead to extreme populism, and violation of minority rights, or may also result into an authority using certain religious principles as an excuse in order to dominate and oppress it’s citizens.

The African Union and it’s members should find ways to foster tolerance, embracing multi-cultural policies, separating religion from politics, and halt the use of religion as a tool by politicians, if we want religion to stop being a conflictive factor.  In the end, it would be a shame to allow the greed of the few to play with the beliefs of the many.