martes, 13 de febrero de 2018

¿Son Petro y las FARC una amenaza para la democracia en Colombia?

Para responder a dicha pregunta, partiremos de la siguiente afirmación: Las FARC no representan una amenaza para la democracia en Colombia, pero Gustavo Petro sí

Puede lucir contradictorio afirmar que una organización que hasta hace pocos años usaba las armas no representa una amenaza para la democracia, mientras que un político que se desmovilizó hace más de 25 años y ha sido senador y alcalde sí lo es, pero hay razones para sostener esta hipótesis sin caer en demagogia o intentar manipular al lector con base en el miedo.

Para entender por qué afirmamos esto, analizaremos la posibilidad real que tienen de llegar al poder ambos actores, así como también en qué medida atentarían contra la democracia en caso de ocupar el ejecutivo nacional.

Las FARC: Un nuevo actor civil en la política.

Las FARC se han lanzado al ruedo como partido político, y algunas encuestas arrojan que cuentan con un rechazo superior al 80%, pero también con un nivel de conocimiento cercano al 100%. Este último es un número con el que quisiera contar cualquier político o partido, ya que dichos niveles de conocimiento suelen tenerlos únicamente aquellos actores que han participado en campañas presidenciales o tienen mucho tiempo siendo referentes en la política.

Ello implica que para dicho partido la estrategia es clara: Es más fácil lavar su nombre que darse a conocer a toda la población, razón por la cual escogieron mantener las siglas FARC (Fuerza Alternativa Revolucionara del Común), para a partir del conocimiento nacional que tienen, trabajar en mejorar su imagen.

A pesar de ello, es poco probable que alcancen su cometido de limpiar su nombre y lograr que la gente los asocie con elementos positivos, ya que el pueblo no olvida tan fácilmente (al menos en el corto plazo). Sin embargo, pueden jugar un rol crucial en la política, como lo es ampliar al espectro político más hacia la izquierda para hacer más potable al electorado opciones un poco más moderadas.


Dicho eso, es poco probable que alcancen el poder en el corto plazo, por lo cual no vale la pena extendernos demasiado en esta parte de nuestro análisis. Sólo diremos que, dado su historial y convicciones ideológicas, si alguna vez llegasen al poder, sería sin duda alguna motivo de gran preocupación para la democracia en Colombia y la región. Pero siendo poco probable que alcance la presidencia en el corto plazo, podemos pasar al siguiente actor.


Gustavo Petro: El verdadero representante de la izquierda

Siendo esa la realidad de las FARC,  queda analizar a Gustavo Petro, quien hoy en día tiene el primer o segundo lugar en la mayoría de las encuestas, disputándose la punta con Sergio Fajardo. Sin embargo, sus posibilidades de crecimiento antes de esta elección son limitadas, dado el alto nivel de rechazo de genera, el cual se encuentra alrededor del 40%

Ello nos genera tres escenarios en los que Gustavo Petro puede acceder a la presidencia de la República:

Escenario 1: Petro alcanza segunda vuelta y pierde la misma, pero llega al poder en 2022

Así las cosas, si bien es probable que Petro alcance la segunda vuelta, la combinación entre rechazo generado y las probables alianzas de los demás sectores en su contra disminuye muchísimo las posibilidades de ganar en segunda vuelta y por tanto la presidencia.

Sin embargo, la posibilidad que tiene Petro de disminuir su rechazo es mucho mayor a la que tiene las FARC, por lo cual ser el abanderado de la izquierda en esta elección y una posible clasificación a segunda vuelta lo convertiría en la referencia por excelencia de la izquierda (que ya lo es), y en cierta forma en líder de la oposición, siendo esta última un peldaño que lo acerca más a la presidencia en el futuro.

Bajo dicho escenario, no es descabellado pensar que podría crecer mucho en los próximos años y, por tanto, tener aspiraciones mucho más reales de alcanzar el poder ejecutivo nacional en 2022, en especial si el gobierno 2018-2022 no es bueno y no disminuye la desigualdad y corrupción en el país.

Escenario 2: Petro alcanza segunda vuelta y gana la presidencia en 2018

Existe un segundo escenario que, si bien luce menos probable, tiene también posibilidades de cristalizarse y ese es que, en el caso que la segunda vuelta sea entre Petro y el candidato de la derecha, resulta una incógnita saber a quién apoyarían quienes hoy representan la centro izquierda (Polo democrático) y el centro (Alianza Verde y Compromiso Ciudadano), pues les tocaría una dura decisión de tener que apoyar dos opciones en las que no creen.

Sin embargo, en dicho escenario no resulta descabellado creer parte de las bases, electores y simpatizantes de dichas organizaciones preferirían apoyar a Petro antes que tener que votar por el stablishment contra el que han luchado (a menos que la representante de la derecha sea Marta Lucía, quien genera menos rechazo). Si eso llegase a suceder, Petro podría alcanzar la presidencia.

Escenario 3: Petro no alcanza segunda vuelta, pero gana la presidencia en 2022

Por último, hay un tercer escenario donde Petro no clasifica a segunda vuelta que, si bien es poco probable, podría llegar a suceder si Fajardo con el voto de opinión obtiene más apoyo que Petro, y la derecha con la maquinaria moviliza más votos que el antiguo alcalde de Bogotá. Sin embargo, al ser poco probable, no profundizaré en el mismo ello. En este escenario, si bien Petro no alcanza la segunda vuelta, en una futura elección podría alcanzar el poder.

Vistos los escenarios, es ahora donde nos preguntamos:

¿Sería Petro una amenaza al sistema democrático en caso de llegar al poder?

La respuesta que usted dé a esta pregunta depende de qué tanto parta de la buena o la mala fe a la hora de evaluar actores políticos. En general,  cuando un político tiene en mente acciones indeseables o impopulares no hará nunca públicas sus verdaderas intenciones antes de llegar al poder. En ese sentido, disfrazará las mismas para lucir más apetecible al electorado y, una vez que llegue al poder, desechar todo lo dicho para hacer lo que realmente tenía en mente.

Los ciudadanos son responsables por decidir si ser ingenuos y creer en todo lo que dice un candidato, o ser crítico ver más allá. Dicho eso, quisiera compartirles como dato que vale mucho más confiar en las acciones y el historial del político  que lo que dicen en campaña, ya que durante campaña suelen decir lo que la gente quiere escuchar, y no lo que en realidad tienen pensado hacer

Así las cosas, resulta fundamental para el futuro de Colombia que los ciudadanos le pongan la lupa al historial y acciones de Gustavo Petro, las cuales dicen mucho sobre la existencia o no de valores democráticos

Compartiré algunos hechos y acciones, todas con evidencias al final del artículo:
  • En la década de 1980 fue miembro del M-19, un movimiento guerrillero marxista.
  • En 1994 trajo a Chávez a Bogotá , desarrollando una amistad con el mismo.
  • Entre 2000 y 2013 mostró admiración por el modelo de Chávez 
  • En 2013 “profunda nostalgia” ante la muerte de Chávez en 2013.
  • En 2014 no condenó la represión de Nicolás Maduro a las Protestas
  • En 2016 negaba la existencia de crisis alimentaria en Venezuela
  • En 2017 no condenó frontalmente la realización de una Asamblea Nacional Constituyente fraudulenta

En ese sentido, con dicho historial en natural que quiera negar el mismo ahora que se encuentra en campaña y necesita votos.

Ello me recuerda a la campaña de Huego Chávez en el 1998, donde su plan de gobierno era centrado, sus declaraciones equilibradas, y se desmarcaba de la izquierda. “Yo no soy socialista”, decía al referirse a Fidel Castro, tal como hoy de día dicen “yo no soy castro-chavista” aquellos que intentan desligarse de Maduro, pero que apoyaron públicamente al mismo y al PSUV hasta apenas hace un par de años.

Yo podría entender que por desconocimiento (aunque no deja de ser irresponsable, por eso digo entender y no compartir) que un político de izquierda de algún país muy lejano crea que todo lo que sucede en Venezuela es un invento de los medios de comunicación, y por tanto no lo condene o piense que el PSUV es bueno.

Pero que un político de Colombia, un país que se encuentra al lado de Venezuela, el cual además está lidiando con las consecuencias del comunismo de Chávez y Maduro al tener que recibir cientos de miles de venezolanos que emigran desesperados por el hambre, lo que refleja no es desconocimiento, sino simpatía por el modelo venezolano y ausencia de empatía o solidaridad (valores, por cierto, que debería tener alguien de izquierda) con las víctimas de dicho régimen, lo cual es vergonzoso, no es tolerable, y refleja ausencia de convicciones democráticas.

Es por dicha razón que se hace sumamente creíble la hipótesis de que la moderación de sus propuestas y el distanciamiento del PSUV durante época de campaña es sólo una fachada que busca engañar al electorado para que voten por él y, una vez en el poder, se aleje de lo prometido y pueda perseguir una agenda más cercana al comunismo que a la socialdemocracia.

En ese sentido, un ciudadano colombiano que realmente quiera cambio positivo para su país no debería arriesgarse a votar por Petro. Colombia no puede arriesgarse a sufrir lo mismo que Venezuela.


Colombia: Condiciones perfectas para el cambio

En todo caso, lo cierto es que las condiciones actuales de corrupción y desigualdad representan una importante oportunidad para el cambio. Lo delicado del asunto está en que dicha oportunidad puede ser aprovechada por un populista, lo cual sería sumamente negativo, o podría ser aprovechada por un Estadista, lo cual sería sumamente positivo.

Colombia no necesita más autoritarismo, o medidas que poco a poco debiliten y destruyan a la economía, lo cual al mediano plazo lleve a una pobreza aún mayor, o al contrario alguien que siga privilegiando a los grupos económicos poderosos, por lo cual persistiría la desigualdad, acciones que llevarían a cabo la izquierda o la derecha respectivamente.


Lo mejor para Colombia sería contar con gobiernos que trabajen por disminuir la desigualdad, la corrupción y la polarización, ya que dichos fenómenos contribuyen al malestar general de la población. Por otro lado, necesita gobiernos que fomente el crecimiento económico, igualdad de oportunidades y la cultura democrática, lo cual redunda en el bienestar general de la nación, y disminuye la posibilidad de que los ciudadanos anhelen opciones radicales.

Por tanto, si bien antes hablamos sobre los escenarios en que ganaba Petro, veamos ahora cuál sería el mejor escenario para Colombia:

Escenario 4: Petro no llega al poder, pero alguna opción verdaderamente democrática sí lo hace

Creo que esto sería, sin duda, lo mejor para Colombia. Se necesita una opción de centro o centro-izquierda que tenga trayectoria y credenciales democráticas, que además sea moderna y entienda que los debates entre estatismo y privatización quedaron atrás, y que crecimiento y la libertad económica deben ir de la mano con la igualdad de oportunidades y la justicia social.

Los países exitosos suelen cumplir un ciclo donde el poder funciona como péndulo que a veces se encuentra en la centro-izquierda, y a veces en la centro-derecha. En Inglaterra existe el partido laborista  y el conservador, en España existió el PSOE  y el PP, en Estados Unidos existe el partido demócrata y el partido republicano, en Chile existe equilibrio entre distintas opciones y así en muchos países la alternancia entre la centro-derecha y la centro-izquierda ha sido sumamente positiva.

Dado que la historia de Colombia ha estado marcada por la permanencia de ciertos grupos en el poder político y económico, así como el presente está marcado por la desigualdad y la corrupción,  es comprensible que el ciudadano quiera cambio, y que ese cambio se incline un poco hacia la izquierda.

Pero, por favor, ciudadanos colombianos, no voten por Petro. En caso de hacerlo no obtendrán ni crecimiento económico ni justicia social, así como tampoco reducción en la corrupción, o una reducción verdaderamente sostenible de la desigualdad.

No voten por una opción donde el remedio será peor que la enfermedad. El país se encuentra a las puertas de un cambio histórico, y sería una verdadera lástima  que dicha oportunidad se desperdicie con una fórmula que ya fracasó.

Si usted se siente o se ha sentido tentado en algún momento a votar por Petro, entiendo que su fervor y  pasión por el cambio pueda llevarle a considerar a Gustavo como opción. Pero tomar decisiones con el pensamiento nublado no es recomendable.

Antes de decidir el futuro de su país deténgase, respire, y pregúntese si es mejor votar alguien con un historial tan turbulento y sombrío como Petro que lo pueda llevar a parecerse a Venezuela, o si es mejor buscar y apoyar otras opciones mucho más seguras, íntegras, con mejor trayectoria que puedan llevar a Colombia a ser un país referencia en América Latina.

Por el bienestar de todos, lo mejor sería optar por la última opción.


Anexos:

Petro y su defensa a la constituyente
http://lasillavacia.com/historia/petro-y-su-defensa-de-la-constituyente-de-maduro-61921

Petro primero en intención de voto
http://www.semana.com/nacion/articulo/gustavo-petro-primero-intencion-de-voto-gran-encuesta-semana-enero-2018/555678

Petro: Ojalá aquí se hiciera lo que hace Chávez en Venezuela
http://elnodo.co/chavezm-19

Petro considera Chávez fue un gran líder

Petro busca ocultar crisis en Venezuela
https://twitter.com/petrogustavo/status/706253187305623552


viernes, 21 de octubre de 2016

El día que la autocracia competitiva dejó de competir

Regímenes híbridos, democracias no-liberales, autocracias competitivas y países parcialmente libres son algunos de los nombres que académicos, periodistas y organizaciones internacionales dan a esa desgraciada forma de gobierno que tiene vocación tiránica, pero que mantiene algunas apariencias democráticas con el fin legitimar en alguna manera la dominación del pueblo.

Independientemente de la polémica que generan dichos términos, o la dificultad que implica categorizar a un gobierno entre tres rangos de mejor a peor, a saber: Democrático, híbrido, o tiránico, no cabe dudas de que el caso venezolano hace muchísimo tiempo dejó de ser el primero, y se ha movido recientemente entre los últimos dos.

En algún momento hubo democracia, y bajo el gobierno de Chávez la misma degeneró en un régimen híbrido, degeneración que se ha acelerado precipitadamente bajo el régimen de Maduro, gracias al legado de control institucional que le dejó Chávez, la ausencia de carisma del actual presidente, y la crisis económica y social que golpea brutalmente al país.

Sin embargo, desde hace un par de años hasta nuestros días, se ha debatido si todavía podemos llamar el gobierno del PSUV como híbrido o “democracia enferma”, o si debemos llamarlo frontalmente dictadura.

La dificultad de hacerlo radica en que hasta ahora no había habido un hito que marcase dicha transición, ya que los procesos políticos son fluidos a lo largo del tiempo, y más aún los procesos de deterioro institucional. Las dictaduras rara vez se reconocen a sí mismas como tal, y pocas veces existe un decreto (a menos que haya golpe de estado) que marque el paso de un país parcialmente libre a uno completamente oprimido.

Y sin embargo, ayer fue un día que la historiografía debería marcar como el hito que simboliza el paso de un régimen híbrido a una tiranía.

Hasta el año 2015, cuando hubo elecciones parlamentarias, todavía se consultaba al pueblo. Sin embargo, el año 2016 marca un hito en la transición de régimen híbrido hacia una tiranía en el sentido que se desconoció al pueblo en forma continuada a través de sentencias del TSJ que anulan a la Asamblea Nacional, máxima representación de la pluralidad de una nación, y ayer en forma abrupta a través una decisión del CNE que suspende Referendum Revocatorio, mecanismo legítimo y legal de expresión verdadera del pueblo.

El demos, por tanto, ya no tiene poder formal. Ha muerto por completo la democracia.

Por tanto, los pocos elementos democráticos que hacían “híbrido” al régimen desaparecieron por completo, quedando sólo los autocráticos. La “democracia iliberal” ya no tiene nada de democracia, y la “autocracia competitiva” dejó de competir, quedando entonces autocracia pura y dura.

Si bien nunca se dudó de la vocación autocrática e incluso totalitaria del PSUV, es hora de que tampoco dudemos del nombre de la presente forma de gobierno. Ya ni siquiera la desgraciada “autocracia competitiva” sirve para describirnos, sino que el mundo y los ciudadanos venezolanos debemos, al unísono, categorizar a esto como dictadura o tiranía.

A partir de allí, la unidad en diagnóstico de la sombría realidad que aqueja a Venezuela permitirá plantear cursos de acción más pertinentes. Si bien antes mencionamos que el pueblo ya no tiene poder formal, porque así lo decidido la formalidad chavista, la gente preserva todavía el poder más importante, y es aquel poder informal que significa ser una gran mayoría dispuesta a rescatar la democracia, siendo capaz de sobrepasar los obstáculos formales que imponga el PSUV.


La esperanza de millones se encuentra en manos de los dirigentes de oposición. Ojalá la sabiduría ilumine sus estrategias, y se logre revertir esta perversa degeneración de la institucionalidad democrática, social, cultural y económica en el menor tiempo posible. Venezuela y el mundo así lo reclaman.

martes, 29 de marzo de 2016

¿Qué hace falta para lograr el cambio? Ideas para un país a la deriva

Abres tus redes sociales y te encuentras con el video de un autobús arrollando a dos policías. Días antes presencias numerosos linchamientos, incluido uno donde la gente camina tranquilamente al lado de un hombre en llamas.

En televisión ves cómo se aprueban leyes necesarias, pero otros poderes anulan las mismas y no pasa nada. Pacientes mueren en los hospitales mientras  el gobierno se niega a recibir medicinas provenientes de afuera, mientras que, por su parte, los transportistas necesitan aumentar los precios del pasaje porque no hay repuestos, pero la gente no puede costear el incremento, pues el bolsillo no aguanta dicho gasto.

La inflación te agobia a ti y a tu familia. Las conversaciones de grupos de whatsapp se hacen cada vez más angustiosas, narrando cómo el sueldo no alcanza, cómo las colas para comprar son insoportables, y cómo los saqueos ocurren aisladamente. Tampoco escapan a las mismas los constantes apagones, los cortes de agua, y los permanente anuncios de “Saquen a Fulanito, le robaron el celular”.

Ni siquiera la Vinotinto mayor puede darnos una alegría,  y solamente un grupo de chicas adolescentes fueron, al menos por un breve período de tiempo, capaces de darnos una bocanada de aire fresco ante lo sofocante que resulta nuestra realidad.

Sales a la calle de regreso a tu casa, y si ya son las 7:30 PM (aunque quisieras haber llegado antes que caiga sol) el asfalto se encuentra desoldado. Las vías están vacías al anochecer, y ya no sabes si debe a que la gente no tiene dinero para salir, si es por temor al hampa común,  por miedo a que un conflicto de dimensiones superiores estalle, o por una macabra combinación de las tres.

Por fin llegas a tu hogar y sientes que algo está a punto de reventar, pero no sucede nada. Sientes que esto ya no aguanta más, pero aun así aguanta. ¿Qué demonios hace falta para que algo suceda? , te preguntas de vez en cuando en medio de una sensación de angustia que nada te agrada.

Decisiones. Eso es lo que  hace falta en el país.

Sin embargo, nadie parece querer tomarlas. Por tanto la pregunta de rigor pasa a ser: ¿Quién se supone que debe tomarlas?

Por un lado, el gobierno  no toma decisiones. Podríamos intentar hacer un análisis frío sobre por qué no lo hace, y pensar que siempre han evadido asumir el costo político que implicaría tomarlas. Pero francamente, a esta altura, ya poco importa. Nos han llevado a un punto irreversible, y su clara voluntad de no querer cambiar hace que debamos girar la mirada a otro lado.

En la otra acera nos encontramos los demócratas. Ocupamos ahora una posición de mayor legitimidad y poder que aquella que ostentábamos antes del 6 de diciembre. Pero también hay que recordar que la gente tiene altas expectativas, y parecemos proponer cambios únicamente a través de la asamblea, a veces olvidando que hay todavía otros 4 poderes bajo la tutela del PSUV que buscarán inteligentemente anular al poder legislativo.

Pero si bien el gobierno ha decidido no decidir sobre materia alguna, no podemos nosotros seguir el mismo camino. La ausencia de dirección y decisiones tiene a Venezuela a la deriva, y un país en crisis no sale de la misma gracias a la inercia, sino gracias a la acción determinada de sus actores políticos, quienes deben aprovechar las coyunturas para salir adelante.

¿Qué hacer? Podría ser la pregunta de un lector ingenuo, o quizá incluso un actor político genuinamente sobrecogido por lo complejo de la crisis. Quizá no hemos tomado decisiones porque no sabemos a ciencia cierta qué hacer.

Creo, sin embargo, que la ausencia de decisión no se debe al desconocimiento de caminos para el cambio. Se debe más bien al temor de asumir las consecuencias de transitar dichos caminos. Y es que parece evidente que hay un asunto urgente sobre el cual debemos decidir: hay que canalizar el malestarsocial.

Menciono que hay temor a las consecuencias, porque los caminos para tomar son, en realidad, bastante desagradables, todos con sus negativas consecuencias. Quizá haga falta protestar organizadamente, lo cual nos recuerda a años pasados. Quizá haga falta tender puentes con actores políticos clave del otro lado, lo cual nos llevaría a posiciones pragmáticas incómodas. Pero lo cierto  es que no decidir nos llevará a consecuencias mucho peores que cualquiera que nos pueda traer una decisión consciente y responsable.

Al mencionar esto, no quiero entrar en debates sobre si lo hecho en 2014 y 2002 fue acertado o no. Si quieren, incluso, puedo admitir que fue un fracaso. Pero sin duda alguna no podemos permitir que hechos del pasado determinen nuestra forma de actuar ahora, pues las condiciones de hoy son profundamente distintas.

Si no tomamos decisión alguna, la explosión social terminará por llegar. Y por los niveles de angustia, sociopatía, odio, resentimiento, y anomia que se pueden ver en la calle, de verdad no quisiera eso para mi país. Los hechos pueden salir de control, y las consecuencias pueden ser peores de lo que cualquiera puede imaginar.

Quizá algunos desean que eso suceda, porque así se liberarían de la responsabilidad de llevar a cabo acciones que fuercen el cambio, y por eso parecen no decidir. Que pobre ejemplo de liderazgo le estarían dando al país al actuar en forma tan irresponsable.

Sé que no es fácil estar en dicha posición, pues tomar decisiones es de lo más ingrato que tiene el liderazgo, mucho más cuando se tiene semejante responsabilidad sobre las espaldas. Además, soy consciente que resulta cómodo para mí decir esto sin estar en los zapatos de quienes sí deben decidir cursos de acción.

Sin embargo, también soy consciente que ha llegado un momento histórico que no podemos dejar pasar.

Es hora decidir.

Se los pide encarecidamente un compatriota temeroso de que lo peor pueda llegar a suceder.

Atentamente,

Roddy Enrique Rodríguez


Ciudadano venezolano

lunes, 7 de diciembre de 2015

¿Y ahora, qué? Reflexiones sobre cómo entender y aprovechar la victoria de ayer

¨Nadie que tenga el poder absoluto sobre las reglas de juego organizará una elección que pueda perder”

La anterior es una frase que usé en muchas discusiones en 2014, y quizá abusé de ella en uno que otro momento. Puede que me haya equivocado al hacerlo.

Dentro de la MUD había dos supuestos sobre los que se basaban las visiones estratégicas que debía seguir la alternativa democrática, y fueron puestos ayer a prueba. Además de ser un día histórico por otorgarnos mayoría en la Asamblea, el día de ayer (y los próximos días) resultan útiles para reflexionar respecto a las hipótesis sobre las cuales se fundamenta nuestra visión de cambio.

Dichos supuestos, simplificados al máximo, giraban en torno a diagnósticos distintos, y por tanto propuestas distintas.  Dichas ideas, más o menos caricaturizadas, eran:
  1. Se estaba en dictadura y se requería principalmente del poder de la gente ejercido en la calle.
  2. Se estaba en democracia y se necesitaba principalmente del poder del pueblo a través del voto.

Mi postura se acerca más a la primera opción, pero los hechos de ayer le dan fuerza a la segunda idea.

Y es que el primer supuesto falla en que el gobierno no tiene control absoluto sobre las reglas de juego, ya que por más abuso que lleve a cabo durante una campaña, a la hora de la verdad, a la hora de la chiquita, si tienen los resultados en contra, no les queda más que reconocer. 

Existe un pequeño control que reside en la necesidad de llevar a cabo elecciones y mantener una fachada democrática, lo cual si bien no se acerca a los "check and balances" de las democracias occidentales, son al menos un control al cual podemos aferrarnos.

¿Significa esto que no estamos en una dictadura?  No lo sé. 
¿Debemos llamar a esto régimen híbrido o autoritarismo competitivo?  Puede que sea más apropiado.

Pero más allá de la semántica, lo que que sí queda claro es una cosa: Ellos están en el poder, usan las instituciones que tienen bajo su control con gran discrecionalidad, y obedecen a muy pocos límites.

Sin embargo, dicha realidad también nos hace pensar un poco sobre los supuestos de la estrategia electoral, ya que se necesitó de la peor crisis en la historia para obtener 58% de los votos.  La polarización electoral fue la indiscutible ganadora a pesar que, en teoría, había disminuido la polarización social en torno al malestar general por la situación económica.

Adicionalmente, siguiendo el patrón de conducta previo, el PSUV seguramente usará los poderes que aún retiene en la forma más discrecional e ilegal posible. Recordemos las leyes inconstitucionales que fueron derrotadas en la reforma de 2007, y aprobadas por el Parlamento 2005-2010, muchas de ellas justamente una vez que ya habían perdido la mayoría absoluta en 2010.

Sin embargo, ellos “son demócratas” , o eso es al menos lo que quieren que piense la gente luego del reconocimiento de la derrota. Y si bien sabemos que no es cierto que sean demócratas, lo de ayer nos deja al menos saber que sí existe un freno mínimo al poder, y es la victoria electoral.

Los bueno es que estos hechos, al ofrecer luz sobre los distintos supuestos, deberían acercarnos a un punto medio a una estrategia única.  Las fallas de ambas estrategias quizá nos permiten pensar en una estrategia única que podemos plantear a partir de ahora. 

Ya la MUD ha adelantado esfuerzos con un importantísimo y impecable documento  (Acuerdo para la construcción y ejecución de la Agenda del Cambio desde la nueva Asamblea Nacional) donde comentan la estrategia política a seguir para recuperar la democracia. Leerlo me hace sentir bien respecto a los meses por venir, y más aún con las atribuciones que nos da semejante mayoría . En caso de no conocerlo, recomiendo ampliamente leer dicho documento.

Lo que nos viene al frente es, por no decir menos, un increíble reto. Y por sobre todas las cosas, es clave que tengamos éxito asumiendo el mismo. Desde mi punto de vista, hay tres elementos a los que la Asamblea puede y debe contribuir, y  que se encuentran mucho más desarrollados en la Agenda del Cambio de la MUD:
  • Construir Capital Social: Debemos generar inclusión, un ambiente discursivo democrático y fomento del diálogo, la tolerancia y la asociatividad con el fin de recuperar el capital social que tanta falta hace para el proceso de desarrollo de nuestra nación.
  • Rescatar el Estado de Derecho: Debemos empezar a fortalecer la democracia, las instituciones y el el cumplimiento efectivo de las leyes, de forma que haya de nuevo un gobierno efectivo ajustado a Derecho en nuestro país.
  • Fomentar el Progreso:  Debemos generar y aprobar leyes que surtan efectos positivos sobre la crisis, logrando que dichas iniciativas sean sostenibles. Hablamos de productividad, responsabilidad fiscal, eficiencia, y demás características económicas de un país normal.


Cada uno de esos puntos tendrá sus retos particulares, su propia agenda, y su curso de acción, pero queda claro que debemos empezar a cambiar a Venezuela desde la Asamblea. Claro está, por supuesto, que en un país con instituciones tan maltrechas, la realidad que plasmen los ciudadanos en la calle será tan importante como aquello que hagan nuestros diputados en el hemiciclo.

Por último, hay sólo un punto adicional que me gustaría tocar respecto a el buen desempeño que tendrán nuestros diputados, el cual  nos llevará a una curiosa paradoja que espero la MUD ya haya tenido en cuenta.

Al cumplir un buen rol, la Asamblea Nacional contribuirá a mejorar la realidad y percepción que se tiene respecto a la situación país y bienestar personal de la gente. Esto pareciera evidente, pero la paradoja está en que históricamente la buena o mala percepción que tenga la gente del país, se traduce en apoyo o rechazo al ejecutivo nacional (Y eso no sólo pasa en Venezuela, sino en casi cualquier país del mundo).

Por tanto, el reto estará no sólo en comenzar a transformar el país, sino en hacerlo de una forma que sea sostenible, de manera que podamos continuar con esta corriente y continuar los éxitos, hasta depurar progresivamente los poderes. Por tanto, debemos tener la capacidad de reclamar crédito por el buen trabajo, y evitar que el buen desempeño de los diputados democráticos indirectamente fortalezca la pobre gestión de Maduro.

Son algunos de los retos que tiene por delante la nueva Asamblea Nacional. Si entendemos la victoria de ayer, podremos aprovechar la misma para nunca regresar al deterioro político, económico y social en que se encuentra sumida nuestra Venezuela.

Llegó la hora de actuar. Confío en lo que nuestros diputados pueden demostrar.




domingo, 3 de mayo de 2015

Escasez de liderazgo

Pocas cosas me molestan más que la idea de hacer cola por un rollo de papel toilet, o por una bolsa de leche en polvo.  Sin embargo, puedo adaptarme a esta triste realidad buscando bienes substitutos, o dejando de consumir dichos productos para así no hacer cola. Entre perder tiempo o no disfrutar un par de bienes, prefiero prescindir de lo segundo.

Pero hay en el país un tipo de  escasez a la que no me puedo adaptar, y que me molesta aún más, pues me afecta gravemente y escapa de mis manos: La escasez de liderazgo. 

Sin perjuicio del respeto y admiración que podamos sentir por los líderes democráticos de nuestra nación (Henrique, Lepoldo, María Corina, Antonio, y demás), es necesario reconocer y criticar el hecho de que no hay, en Venezuela, liderazgo.

Hace poco leía un artículo del centro de estudios de liderazgo de la universidad de MIT donde relataban brevemente algunas cualidades que debía tener el líder en tiempos de extrema incertidumbre. Entre ellas, hay una de particular relevancia que brilla hoy por su ausencia: “Sensemaking”.

Por sensemaking (que se traduciría literalmente como ¨crear sentido¨) se entiende darle significado a las cosas que nos rodean, a explicar la incertidumbre, y lo que la misma implica. Significa tener la capacidad de, a pesar de la poca certeza que nos rodea, ofrecer una especie de mapa que permita a los seguidores orientarse, y tener al menos una idea de a qué deben atenerse, donde están parados, y por donde podrían transitar para alcanzar el objetivo en común que comparta el grupo.

Sin embargo, nadie le está explicando a los venezolanos qué está pasado, al menos no insistentemente. Peor aún, nadie nos está advirtiendo a donde estamos yendo, qué se nos viene, y qué podemos esperar de dicho futuro. Ningún líder político nos está hablando claro.

Los únicos advirtiendo lo que se avecina son los académicos, especialmente los economistas. Parecieran los únicos con credenciales para esto. ¿Pero son acaso ellos quienes nos llevarán a enfrentar esta crisis, y guiarán a través de cursos de acción para intentar superarlas? Definitivamente no. Hace falta que alguien asuma dicho rol.

El líder y la adversidad

“Sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas” fueron las palabras escogidas por Winston Churchill para describir aquello que se venía para el Reino Unido al enfrentar a la Alemania Nazi. Numerosas crisis han afectado a numerosos pueblos, pero como las enfrentan los mismos y sus líderes es lo que precisamente permite superarlas, o sucumbir ante ellas. En el caso del Siglo XX,  la historia parece otorgar un lugar especial a Churchill respecto a la forma de enfrentar la crisis que implicó una Guerra Mundial.

Corría el 13 de mayo de 1940, y Churchill se dirigía por primera vez al parlamento (y a la nación) desde que había sido designado Primer Ministro apenas 40 horas antes. En dicha ocasión explicó que ante la situación de extrema urgencia, debió conformar un gabinete plural que, aunque fue conformado de forma poco ortodoxa, resultaba imprescindible para asegurar los esfuerzos de la nación a la hora de enfrentar a los alemanes.

Pero por sobre toda las cosas, el entonces Primer Ministro hizo énfasis en que, dado que el Reino Unido se encontraba ante una situación angustiosa frente a un enemigo temible, lo único que podía prometer era sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Que sin importar cuan difícil sería el camino o cuanto tiempo tomara recorrerlo, debían luchar juntos.  No matizó las amenazas que se avecinaban, no moderó el lenguaje. Fue franco y sincero al expresar lo que consideraba eran los objetivos a seguir, y la forma en que planeaba alcanzarlos:

Tenemos ante nosotros una prueba de la más penosa naturaleza . Tenemos ante nosotros muchos, muchos largos meses de lucha y de sufrimiento.
Yo le diría a la Cámara, como dije a los que se han unido al gobierno : "No tengo más que ofrecer que sangre , esfuerzo, lágrimas y sudor "
¿Cuál será nuestra política? Llevar a cabo la guerra con todas nuestras fuerzas. ¿Cuál es nuestro objetivo? La Victoria a cualquier costo “


¿Alguien ha visto a algún líder venezolano diciéndonos que pasaremos trabajo, que la escasez será aún peor, que podría haber muertos, y que habrá lamentables niveles de volatilidad social? Al menos yo no lo he visto.

Esa cualidad de tener una visión y saber como seguirla, es lo que en la literatura de liderazgo denominan dirección. Contar con claridad con respecto al propósito colectivo, la diná­mica del entorno, las dificultades esperadas, y la forma de enfrentarlas para alcanzar la meta es en gran parte lo que necesita nuestra nación. Sin embargo, Venezuela hoy marcha sin dirección

Ausencia de seguidores

A pesar de esto, la escasez de liderazgo no es sólo culpa de los dirigentes. Parte de la responsabilidad recae sobre nosotros, y es algo de lo que cada día estoy más convencido. Al día de hoy, quienes habitamos en el país hemos sido venezolanos molestos. Es hora que seamos ciudadanos indignados, capaces de transformar la indignación en acción. (enlace)

Alguna vez noté (enlace) que hacía falta una sociedad civil independiente con músculo suficiente paa presionar y alcanzar objetivos concretos. Mucho debemos esforzarnos en este punto.

Acciones a tomar:

Lo ideal sería que, por un lado, los actores políticos partidistas asuman su rol de canalizar demandas de la sociedad de cara al estado. La principal demanda es el cambio, pero los canales institucionales de cambio están trancados, por lo cual los partidos deben continuar su trabajo, pero hace falta algo más-.

Este elemento adicional sólo puede venir  los venezolanos de base, las organizaciones no gubernamentales, y demás actores de la sociedad civil, quienes deben organizarse para cobrar fuerza, con el fin de ejercer liderazgo colectivo, y sobretodo presionar y encaminar a nuestros líderes a que hagan lo que nosotros esperamos de ellos, y no viceversa. 

Nadie está ejerciendo liderazgo en Venezuela, y mientras tanto los venezolanos de a pié se ven embestidos por los hechos, sin que nadie pueda conducirnos hacia "algo", sea lo que sea ese algo. 
Se dice que la escasez trae hambre. No me cabe duda entonces que Venezuela tiene hambre de liderazgo. 

Ante dicha orfandad de dirección,  debemos promover el liderazgo positivo que sea capaz de guiarnos hacia un "algo¨ deseado, antes que dicha orfandad nos lleve a buscar desesperadamente la primera opción con capacidad de dirección que aparezca ante nosotros, independientemente de a dónde quiera llevarnos, lo cual podría orientarnos hacia un precipicio.

No cometamos los mismos errores del pasado. Quien no aprende de la historia, está condenada a repetirla.


viernes, 20 de febrero de 2015

La teoría del pote de humo y los dilemas de la oposición.

“No pisemos el peine”.

Fueron las palabras de un amigo al analizar el secuestro de Ledezma por parte del Sebin. Al igual que él, numerosos analistas y dirigentes de oposición creen en la teoría del pote de humo.

No voy a negar que desde el poder se pueden concebir acciones destinadas a distraer la atención de la opinión pública o la agenda del rival hacia un tema que conviene al gobierno, pero definitivamente estoy en contra de creer que todas las acciones políticas del gobierno son un pote de humo para desviar nuestro foco de los temas económicos y sociales. No todo es un peine, y aquí aprovecho para responder a mi amigo, y en particular a numerosos dirigentes y analistas de oposición.

Tampoco quiero caer en debates estériles sobre cuáles temas son más relevantes: Si los político-institucionales, o los económico-sociales. Ambos importan, y mucho. De nada sirve que haya descontento social por razones económicas si no puedes canalizar el mismo a través de medios institucionales, o si no puedes presentarte como alternativa porque la población no te conoce debido a la censura. De igual forma, de nada sirve luchar por democracia si no capitalizas el descontento social que te hará mayoría y así te permita ganar elecciones en democracia. Eso es un debate que debería estar superado.




Sólo quiero llamar la atención sobre la verdadera intención del gobierno al llevar a cabo esta clase de iniciativas. El PSUV desde hace años tiene una clara agenda: Controlar y retener el poder a través del debilitamiento de la sociedad y el fortalecimiento del Estado y factores de poder allegados al PSUV. En ese sentido, no sería absurdo creer que la mayoría de sus acciones van destinadas a cumplir dicho fin.

Con acciones como la de ayer, el PSUV podría estar matando dos pájaros de un solo tiro: Encierra a Ledezma y logra así los objetivos de intimidar a la disidencia y mermarla en su capacidad operativa a través del control de uno de sus actores, y al mismo tiempo logra llevar la atención y agenda de la oposición a temas de conflictividad y polarización, logrando que no nos enfoquemos en la brutal inflación que nos tiene pelando, y la nefasta escasez que destruye nuestra calidad de vida.

Lo tonto de nuestra parte sería separar ambas cosas, y pensar que son incompatibles. Las dos están íntimamente relacionadas, por lo cual lo inteligente es vincularlas. No hay dilema alguno. Estamos pelando porque no hay democracia, y para vivir bien debemos recuperar la misma, por lo cual no son luchas distintas. El cambio de gobierno es una prioridad.

Ledezma no es un pote de humo. Ceballos tampoco, Leopoldo tampoco, la tumba tampoco. Son acciones intencionales del gobierno destinadas a someter y reprimir . Que dichas acciones desvíen la atención del pueblo hacia temas meramente políticos es para el PSUV lo que los economistas llamarían una "externalidad positiva". Es decir, la verdadera intención es reprimir. Desviar nuestra atención es para ellos solo un beneficio adicional

¿Qué hacer al respecto? Sencillo: No pisemos el peine de creer que esto son potes de humo. Son amenazas serias en contra de todo lo que se atreve a poner en peligro la estabilidad del gobierno en el poder. Pero tampoco pisemos el peine de perder el control y enfocarnos únicamente en los presos políticos, porque así no sumaremos fuerzas.

Lo inteligente es darnos cuenta que la crisis económica y social se debe al terrible régimen político que nos gobierna. Por tanto, para solucionar la crisis económica y social, debemos cambiar el régimen político.

Si queremos que nos rinda la plata, que encontremos productos y que haya seguridad, gente como Ledezema, Leopoldo y Ceballos deben regresar a la calle para hacer presión y exigir al gobierno que haga los cambios necesarios, y de no hacerlos, se les debe presionar para que abandonen el poder, pues voluntariamente no lo van a hacer. Esto es un curso de acción que deberían seguir todos en la oposición.

Si queremos vivir mejor debemos recuperar la democracia, y eso empieza por darnos cuenta que estos no son potes de humo, sino la verdadera razón por la cual estamos en crisis: Un gobierno dictatorial que quiere someter al pueblo con miseria. El pueblo ya hizo su elección, y así lo reflejan los números: Aprox. 70%  de los venezolanos está molesto con la situación económica, y ese mismo porcentaje quisiera cambios en el gobierno . Sólo falta el liderazgo que lo canalice, y al parecer el gobierno mete preso a todo el que intenta asumir dicha responsabilidad.

¿Pote de humo?

No lo creo. Se llama estrategia.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Un fantasma llamado sociedad civil venezolana

El miércoles 12 de noviembre fue un día grotesco. Dos tendencias políticas de oposición luchaban por conquistar una Federación de Centros de Estudiantes como si de una alcaldía o gobernación se tratara. Dirigentes nacionales de partidos políticos, desde Caracas, desde todos lados, tanto a distancia como en la misma ULA, manifestaban su apoyo a una u otra candidatura. Esta y otras intervenciones marcaron la campaña y el día de las elecciones a representantes estudiantiles en la Universidad de Los Andes.

Al día de hoy no sé quién resultó ganador, pero independientemente de cual Arellano haya ganado, fue la sociedad civil independiente quien perdió. Esta no era una elección estudiantil, era un pulso de opinión pública. En Venezuela no hay sociedad civil independiente, pues lo que conocemos como tal no es más que un fantasma.

Lo sucedido en la ULA  sólo refleja la importancia estratégica que tiene el movimiento estudiantil y la sociedad civil para los partidos, enmarcados en el rol que jugarían los mismos en los proyectos partidistas a corto y mediano plazo. Para ambas estrategias (la moderada y la radical) resulta por tanto fundamental controlarlos.

Lo sucedido en las elecciones de la ULA demuestra la ausencia de un movimiento estudiantil independiente.

Se supone que desde 2007 el movimiento estudiantil es lo más cercano que tenemos a una sociedad civil, entendiendo esta en su forma más sencilla:  Sociedad  como grupo organizado de personas a partir de un deseo o interés común, y civil  en referencia a deberes y derechos de los ciudadanos. Se puede entender entonces que la sociedad civil es un grupo de personas asociadas con el objeto de hacer valer sus deberes y derechos.

Lamentablemente las organizaciones con fines políticos comprendieron que una sociedad civil independiente es capaz de marcar la agenda, y esto quizá no les convenía. Optaron por tanto por tratar de influir sobre la misma, y más aún, de controlarla. Pero venga, no nos demos puñaladas en el pecho por esto: Los partidos son organizaciones con vocación de poder. Tienen incentivos para actuar de esta manera, y es natural que lo hagan.

El problema es que no nos demos cuenta que esa sociedad civil politizada termina por defender los intereses de los partidos, y no los derechos de los ciudadanos. Por ello es fundamental que la sociedad civil sea independiente.

Lo de independiente resulta fundamental, pues su no-ambición de poder garantiza que su único interés sea la defensa de los derechos, no la popularidad, no las encuestas, no derrotar al rival, no acceder al poder. No. Su trabajo y motivación es defender los derechos, eso es lo fundamental. 

Por eso es importante que sea independiente: Para que trabaje por su lado, mientras los partidos siguen por el suyo. Ambos roles (defender derechos y acceder al poder) son fundamentales y esenciales para la democracia, pero debemos entender que cada quien debe cumplir su papel donde le corresponde.

Para colmo de males, no sólo nuestra sociedad civil no es independiente, sino que además tiene poco de sociedad, en el sentido que no está suficientemente organizada, y tiene apenas un asomo de civil, en el sentido que muchas organizaciones deciden callar ante atropellos e intimidación del gobierno a sus derechos.

Sé que suena duro, pero es la verdad. Nuestro país no se hará más democrático porque unos tipos lleguen al poder y empiecen a transformar la sociedad desde arriba. No, eso no funciona así. La transformación tiene que darse por el poder de la gente, del pueblo, de la base, de la sociedad civil.

Entendiendo esto, comprendemos que toda iniciativa que busque crear y fortalecer organizaciones civiles, como también que ayude a organizarlas, será beneficioso para la democracia venezolana.

Por ejemplo, el sábado 22 de noviembre Futuro Presente organizará el primer encuentro ¨Los Jóvenes Proponemos: Soluciones para el país¨, donde jóvenes activistas se reunirán para aportar un grano de arena a través de mesas de trabajo sobre desarrollo social, derechos humanos, ciudadanía, entre otros tantos temas. Lo cierto es que esta clase de pequeñas iniciativas son las que contribuyen a que la sociedad civil funcione. Si te suena interesante, puedes registrarte aquí: -- > http://goo.gl/SpfgUp

Crear proyectos desde la juventud puede ser una forma de fortalecer la sociedad civil


Sin embargo, más allá del pequeño inciso publicitario, lo importante es que todos como ciudadanos tomemos conciencia de nuestro rol, y actuemos en consecuencia. Tenemos el derecho de apoyar al partido que querramos, pero también el deber de fortalecer grupos civiles independientes.  No permitamos que una sociedad civil independiente sea un fantasma, una ilusión. Trabajemos arduamente para que sea una realidad, una garantía de democracia, un control a los gobiernos, un límite al Estado. En fin: la salvaguarda de nuestros deberes y derechos ciudadanos.

Roddy Enrique Rodríguez
@RoddyEnrique