domingo, 16 de noviembre de 2014

Un fantasma llamado sociedad civil venezolana

El miércoles 12 de noviembre fue un día grotesco. Dos tendencias políticas de oposición luchaban por conquistar una Federación de Centros de Estudiantes como si de una alcaldía o gobernación se tratara. Dirigentes nacionales de partidos políticos, desde Caracas, desde todos lados, tanto a distancia como en la misma ULA, manifestaban su apoyo a una u otra candidatura. Esta y otras intervenciones marcaron la campaña y el día de las elecciones a representantes estudiantiles en la Universidad de Los Andes.

Al día de hoy no sé quién resultó ganador, pero independientemente de cual Arellano haya ganado, fue la sociedad civil independiente quien perdió. Esta no era una elección estudiantil, era un pulso de opinión pública. En Venezuela no hay sociedad civil independiente, pues lo que conocemos como tal no es más que un fantasma.

Lo sucedido en la ULA  sólo refleja la importancia estratégica que tiene el movimiento estudiantil y la sociedad civil para los partidos, enmarcados en el rol que jugarían los mismos en los proyectos partidistas a corto y mediano plazo. Para ambas estrategias (la moderada y la radical) resulta por tanto fundamental controlarlos.

Lo sucedido en las elecciones de la ULA demuestra la ausencia de un movimiento estudiantil independiente.

Se supone que desde 2007 el movimiento estudiantil es lo más cercano que tenemos a una sociedad civil, entendiendo esta en su forma más sencilla:  Sociedad  como grupo organizado de personas a partir de un deseo o interés común, y civil  en referencia a deberes y derechos de los ciudadanos. Se puede entender entonces que la sociedad civil es un grupo de personas asociadas con el objeto de hacer valer sus deberes y derechos.

Lamentablemente las organizaciones con fines políticos comprendieron que una sociedad civil independiente es capaz de marcar la agenda, y esto quizá no les convenía. Optaron por tanto por tratar de influir sobre la misma, y más aún, de controlarla. Pero venga, no nos demos puñaladas en el pecho por esto: Los partidos son organizaciones con vocación de poder. Tienen incentivos para actuar de esta manera, y es natural que lo hagan.

El problema es que no nos demos cuenta que esa sociedad civil politizada termina por defender los intereses de los partidos, y no los derechos de los ciudadanos. Por ello es fundamental que la sociedad civil sea independiente.

Lo de independiente resulta fundamental, pues su no-ambición de poder garantiza que su único interés sea la defensa de los derechos, no la popularidad, no las encuestas, no derrotar al rival, no acceder al poder. No. Su trabajo y motivación es defender los derechos, eso es lo fundamental. 

Por eso es importante que sea independiente: Para que trabaje por su lado, mientras los partidos siguen por el suyo. Ambos roles (defender derechos y acceder al poder) son fundamentales y esenciales para la democracia, pero debemos entender que cada quien debe cumplir su papel donde le corresponde.

Para colmo de males, no sólo nuestra sociedad civil no es independiente, sino que además tiene poco de sociedad, en el sentido que no está suficientemente organizada, y tiene apenas un asomo de civil, en el sentido que muchas organizaciones deciden callar ante atropellos e intimidación del gobierno a sus derechos.

Sé que suena duro, pero es la verdad. Nuestro país no se hará más democrático porque unos tipos lleguen al poder y empiecen a transformar la sociedad desde arriba. No, eso no funciona así. La transformación tiene que darse por el poder de la gente, del pueblo, de la base, de la sociedad civil.

Entendiendo esto, comprendemos que toda iniciativa que busque crear y fortalecer organizaciones civiles, como también que ayude a organizarlas, será beneficioso para la democracia venezolana.

Por ejemplo, el sábado 22 de noviembre Futuro Presente organizará el primer encuentro ¨Los Jóvenes Proponemos: Soluciones para el país¨, donde jóvenes activistas se reunirán para aportar un grano de arena a través de mesas de trabajo sobre desarrollo social, derechos humanos, ciudadanía, entre otros tantos temas. Lo cierto es que esta clase de pequeñas iniciativas son las que contribuyen a que la sociedad civil funcione. Si te suena interesante, puedes registrarte aquí: -- > http://goo.gl/SpfgUp

Crear proyectos desde la juventud puede ser una forma de fortalecer la sociedad civil


Sin embargo, más allá del pequeño inciso publicitario, lo importante es que todos como ciudadanos tomemos conciencia de nuestro rol, y actuemos en consecuencia. Tenemos el derecho de apoyar al partido que querramos, pero también el deber de fortalecer grupos civiles independientes.  No permitamos que una sociedad civil independiente sea un fantasma, una ilusión. Trabajemos arduamente para que sea una realidad, una garantía de democracia, un control a los gobiernos, un límite al Estado. En fin: la salvaguarda de nuestros deberes y derechos ciudadanos.

Roddy Enrique Rodríguez
@RoddyEnrique

domingo, 31 de agosto de 2014

Un nuevo terreno de lucha (No todo está perdido)

Hoy fue un día particularmente triste en mi casa. 

Ignacio, mi sobrino de 8 años quien nació y creció en esta morada, partió a casa de sus abuelos en Barquisimeto para luego tomar rumbo a Houston, donde pasará a vivir junto a su padre de ahora en adelante.

Poco después que Ignacio entró en el carro de sus abuelos y partió, mi familia y yo regresamos a casa. Abrimos la puerta del edificio, marcamos el ascensor y esperamos por el mismo en medio de frases cliché. Al  abrirse las puertas del elevador entramos en silencio y marcamos nuestro piso. Luego las puertas se cerraron. Al hacerlo,  mi hermana (su madre) y su abuela (mi madre) aguantaron sólo un par de segundos antes de romper en llanto.

Como soy el más alto, la reacción natural de ellas fue buscar cobijo en mi pecho y estrechar un abrazo. Poco después me incorporé. Fui quien más aguantó por la sencilla razón de que a ningún hombre le gusta que su vieja lo vea de esa manera,  pero siendo honestos creo que era yo quien cargaba con un nudo en la garganta desde hacía ya más tiempo.

Sin embargo, este no será otro de tantos artículos dedicados a las despedidas, las partidas, la emigración juvenil  y la fuga de cerebros. Ciertamente esta  es la tragedia de la clase media hoy en día, y al mismo tiempo un problema de disponibilidad de capital humano para la nación, pero creo que ya suficientes personas han escrito conmovedores o racionales piezas sobre esto. Hoy no me voy a quejar, hoy me propongo actuar.

Simplemente uso una despedida como punto de partida porque cada una de ellas me recuerda todo lo que está mal en este país.

Cada una de ellas me recuerda  al gobierno que tenemos y a  sus políticas que nos han llevado a esta crisis socio-económica y moral, como también me recuerda sus intenciones de ejercer completo dominio sobre la sociedad.

Cada una de ellas me duele porque me recuerda que mis sueños, planes y visiones corren el riesgo de morir solo por el hecho de permanecer aquí, y que permanecer en casa en búsqueda de dicho sueño (un mejor país) pondría en riesgo mi desarrollo personal, o peor aún, mi vida. 

Cada amigo, prima, pareja, pana y colega que se va me recuerda que estoy apostando a algo intangible, y que en algún momento me dirán: ¨¿Y tú, qué esperas para emigrar?¨. Y esa es apenas la realidad de la clase media. Quienes menos tienen deben lidiar con una inflación que les golpea más que a los demás, homicidios, escasez y falta de oportunidades en general. El panorama no es brillante para nadie.

Pero sobretodo, cada partida me recuerda que no hay una coalición civil lo suficientemente fuerte como para hacerle frente a un gobierno como este. Y eso es un gran problema, pues para muchos la desesperanza radica en el hecho de no ver en el bando democrático un bloque que pueda llevarnos a la victoria. Si tan solo hubiese alguna percepción real de unidad, de visión compartida, no importaría que tan dura fuese la lucha, la soportaríamos porque sabríamos que estamos juntos en esto, y eventualmente podríamos vencer. Pero hoy no lo estamos, y cuando la gente recuerda eso, las ganas de luchar se desvanecen.

Debo admitir la situación del país, las perspectivas y sobretodo las despedidas me habían afectado notablemente, como también probablemente a mucha gente. Sin embargo, hoy decidí transformar el desconsuelo en acción: No podemos esperar que dicha coalición se construya desde arriba. Debemos crearla desde abajo.

¿Qué hacer?

Recuerdo que hace más de tres años decidí incorporarme a un partido para contribuir a la lucha democrática. Hoy más bien me comprometo a fortalecer la sociedad civil. ¿Las razones? Las mismas. ¿El contexto? Muy distinto

En aquel entonces se venían unas elecciones. Pensábamos que de ellas dependería el destino de la nación. Tenía sentido apostar todo por una vía únicamente electoral.  Hoy el contexto es otro. Más autoritarismo, mayor crisis, y para colmo ausencia de liderazgo de lado y lado.

Desde hace un par de años estoy convencido que para enfrentar al gobierno se requiere fortalecer a la sociedad. Llámelo sociedad civil robusta, poder del pueblo u organización de base. Lo cierto es que las transiciones democráticas exitosas requieren necesariamente que el pueblo se organice para ejercer el poder, y así hacer frente a quienes manejan el Estado. 

En el entorno actual, donde contamos con un gobierno que controla las instituciones , pero al mismo tiempo los partidos de oposición que no logran ponerse de acuerdo , lo que necesitamos es un pueblo organizado (o sociedad civil, dependiendo de sus códigos) que tenga las siguientes características:

Verdaderamente independiente, que no se deje captar por grupos de interés, partidos o demás.

Plural, por cuanto la Venezuela que queremos construir debe ser abierta a todos, y por dicha razón la sociedad civil de ser representativa de la realidad social de nuestro país.

Capaz de reconciliar, pues la polarización y resentimiento es el primer obstáculo que tenemos hacia desarrollar una visión de país conjunta.

Organizada, pues un montón de organizaciones pequeñas no alcanzarán nada si permanecen atomizadas.

Capaz de moldear la opinión pública, pues solo de esa manera los partidos tendrán que ajustarse a lo que en verdad espera la gente organizada, ya que no hacerlo implicaría un alto costo político. Sólo así habría un factor externo que ejerza suficiente presión como para que los partidos obren en conjunto, por no decir que deberán seguir lo que plantee la sociedad civil.

El objetivo podría ser la reconciliación y la democracia, y tener como norte un mínimo de políticas que deba llevar a cabo el (cualquier) gobierno para presionar hacia su consecución. En general, asegurar que el Estado funcione como debe funcionar, y no como sus gobernantes digan que debe funcionar.

Los esfuerzos para crear dicha realidad pueden ir a través de unir actores independientes, crear un movimiento, apoyar nuevas organizaciones, planificar protestas, patear los barrios, salir a la calle o promover la reconciliación. Quizá todas simultáneamente, no lo sé.

Lo único que sé es que esto hoy no existe. Y como resulta fundamental para recuperar la democracia y construir una Venezuela democrática, plural y de progreso, no pienso quedarme de brazos cruzados a esperar a que surja de la nada.  

Hoy me comprometo a trabajar por una sociedad menos fragmentada, por una sociedad más civilizada. No todo está perdido, sólo hay que saber donde dar la lucha.

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Roddy Enrique Rodríguez
roddyrodriguez@gmail.com




jueves, 24 de julio de 2014

¿Cómo revolucionar la MUD?

Muchos están de acuerdo en una cosa: La MUD es una mierda. Pero todos estamos de acuerdo en otra: La MUD es imprescindible.

Metidos de lleno en semejante dilema, tenemos que aceptar que la MUD es esencial para cualquier objetivo que nos planteemos, pero debemos también reconocer que la misma no funciona como debe. O en todo caso, la MUD no es lo que debería ser.

¿Qué es hoy la MUD? Una reunión de representantes de partidos políticos. Con sus distintas instancias, pero básicamente es  eso.

¿Cuáles son los problemas de la MUD? Los problemas son básicamente dos: La división que existe a lo interno, como también quienes la integran y cómo toman decisiones.

¿Se pueden resolver esos problemas? Por supuesto. La gente se preocupa en gran parte por el tema de la división, pero creo que en parte la división dentro de la MUD no se resolverá si no cambia la estructura e integrantes de la misma

La MUD es hoy una congregación de representantes de partidos políticos, pues se supone que estos a su vez representan porciones o segmentos de la colectividad nacional, en especial de la oposición. Sin embargo, tengo que admitir que hoy no me siento –y estoy seguro muchos comparten mi opinión- representado por gran parte de quienes toman decisiones en la MUD.

Para ser justos, muchas de las críticas a la MUD carecen de algo de sentido, sobre todo aquellas que atacan a la organización en sí como si tuviese vida propia. Es como criticar a la ONU cuando no hace nada por evitar guerras, cuando sabemos que los responsables son los Estados que la conforman, no la organización. De la misma manera, ¨la MUD¨ no es responsable de las acciones que toman sus  fracciones internas.  No critique a la MUD, critique a los partidos que la conforman.

En ese sentido, la analogía sirve para enfocarnos en que, en todo caso, el problema es por un lado quienes conforman la MUD, y por otro lado como toman decisiones.  Nadie escogió a Julio Borges, Luis Florido, Henry Ramos, Omar Barboza, entre otros, para ser representantes del pueblo venezolano en una instancia de decisión.

¿Qué debe ser la MUD? Una instancia que represente a todos los venezolanos que quieren cambio, y con base en eso tome decisiones y lleve a cabo acciones que nos lleven a ese cambio. Lo clave del asunto está en que no todos los venezolanos que quieren cambio se sienten identificados con los partidos políticos, ni con muchos dirigentes de oposición en general.  Sobretodo, debe ser un espacio donde efectivamente puedan conciliarse dichos intereses (es normal que los políticos quieran ser presidentes, diputados y gobernadores) y que los mismos no signifiquen un estorbo para la formulación y ejecución de una estrategia democrática unitaria.

Una vez que haya nuevos miembros tomando decisiones (propongo que sea por primarias) creo que podemos pasar a una etapa en que los nuevos integrantes de la MUD, con mecanismos de consulta y decisión acordes a las expectativas de quienes representan, pasen a desarrollar una estrategia única.

Al final, nosotros como sociedad civil – paradójicamente- debemos hacer con la MUD lo mismo que nos corresponde hacer con el gobierno: ejercer presión para que aumente el costo político en caso que vayan por mal camino, y así obligar a este actor a tomar las decisiones que creemos son correctas.

Para la MUD también existe costo político, como también existe para los gobernantes. Eso es evidente. En ese sentido, independientemente de la forma e integrantes que den vida a la MUD, corresponderá a nosotros como sociedad civil hacer presión, presión y más presión para que nuestro cuerpo representante como oposición diseñe e implemente la estrategia adecuada que nos permita alcanzar una Venezuela libre, próspera y de los venezolanos.


Mientras las luchas intestinas continúen en la MUD, muchos serán los venezolanos desmotivados que abandonen la lucha democrática, pues no ven en sus dirigentes ni una pizca de luz que pueda darles esperanza de un futuro mejor alterno a aquel que propone el PSUV. Al mismo tiempo, mientras esa MUD esté cerrada a representar al pueblo venezolano tal como es, poco acertada será en su estrategia, como también en su capacidad de movilización.

Yo me niego a dejar este país. Pero por favor, dirigentes democráticos, unión y renovación! Solo así marcharemos hacia una Venezuela mejor. Revolucionemos la MUD para mejor!

jueves, 26 de junio de 2014

Sobre mordiscos y sanciones. ¿Fue justa la decisión de la FIFA?


El fútbol es simplemente hermoso. Sólo en este deporte un individuo puede ilusionar a millones de personas marcando un gol para su equipo, y romperle el corazón a otros cientos de millones que sufren la derrota del suyo gracias a ese mismo gol.

El fútbol es en muchas cosas como la vida misma, pero incluso más intenso. Son muchas las analogías de este deporte que nos permiten entender un poquito mejor la vida, e incluso nos enseñan a vivirla como individuos, y también como sociedad.

La sanción que hoy impuso la FIFA a Luis Suárez es un claro ejemplo de esto. El debate sobre el castigo al charrúa (9 partidos sin jugar para Uruguay, y 4 meses para el Liverpool) es, en el fondo, el mismo debate que existe en torno a la pena de muerte, en torno a los impuestos, y otras tanta medidas que buscan regular nuestra convivencia.

Los memes en torno a la acción de Suárez resultaron muy graciosos. Decidir que sanción imponer fue un asunto más serio.

El tema más polémico en torno a la decisión de la FIFA es sin duda la proporcionalidad del castigo, como también si la aplicación de la norma ha sido justa. Para ver con mayor claridad el asunto, podemos adentrarnos un poco en la filosofía de la justicia criminal, donde existen distintas teorías que buscan explicar por qué se aplica un castigo. Las más importantes son:


  • ·     Retribución: Este principio busca impartir sentido de justicia al a la persona que sufre el crimen. Ya que no se puede regresar al status anterior al incidente, se da "algo" al afectado para que sienta que se ha hecho justicia.

  • ·     Reforma: En este principio el castigo se aplica bajo la creencia que la persona cambiará su conducta y se convertirá en alguien de bien luego de haber sufrido la sanción.

  • ·     Disuasivo: El castigo se aplica como ejemplo para que el resto de la sociedad sepa lo que sucederá si se portan mal. Busca disminuir la incidencia en delito.

En principio, estos son los justificativos para castigar en casi cualquier contexto. Visto esto, cabe preguntarnos: 
¿Fue proporcional y justa la sanción de la FIFA?

En principio, sí. Es proporcional porque la acción cometida requería un castigo más o menos de esa magnitud, ya que ofrece un disuasivo para que otros no la cometan, retribuye a Chiellini y a Italia por la ofensa recibida, y esperamos que efectivamente la sanción ayude a que Suárez no caiga en esta conducta de nuevo.

Ahora bien, ¿la sanción es justa?

A priori uno puede decir que sí. Sin embargo, bajo este precedente la FIFA enfrenta un reto, y es que si la organización pretende ser justa (entendiendo justicia como dar a cada quién lo que se merece) deberá, de ahora en adelante, castigar con la misma severidad acciones similares. No más Pepes pisando con los tacos a rivales que se encuentran en el suelo, no más Zidanes dando cabezasos a sus rivales (aunque él también recibió 3 partidos de sanción -que no cumplió, pues se retiró-) ni demás atrocidades del fútbol dentro de la cancha.

Evidentemente hay muchos otros aspectos a tomar en cuenta con respecto a las normas y la aplicación de las mismas, a saber: La inclusión que tengan quienes se someten a la norma en el proceso de elaboración de las mismas, los incentivos que tengan los individuos para cumplirlas, la pertinencia y legitimidad de las reglas, entre otras tantas cosas.

Sin embargo, lo cierto es que que la FIFA (como cualquier otra autoridad en el mundo) debe ser muy cuidadosa en la elaboración, comunicación, explicación y aplicación de las normas en el deporte. El fútbol es algo muy bonito como para convertirlo en algo injusto. La vida también.




miércoles, 19 de marzo de 2014

El debate urgente


  • Estrategia sin táctica es el más lento camino hacia la victoria. Las tácticas sin estrategia son el ruido antes de la derrota.-Sun Tzu


Si usted es moderado, me odiará por este articulo. Si a usted le han dicho radical, también me odiará por este artículo. Pero no me importa, pues  si usted quiere tener una Venezuela unida, democrática y próspera, tendrá que leer este artículo.

Hay demasiadas pasiones desatadas en el país. Irónicamente, las pasiones desbordadas no son principalmente las de ambos lados de la nación, son en su en su mayoría las posiciones encontradas dentro de la alternativa democrática, la cual se encuentra más polarizada a lo interno de lo que se encuentra Venezuela entre rojos y azules. Mal podríamos ofrecer unión y reconciliación al país si no podemos nosotros mismos en la oposición escucharnos y entendernos.

Resulta increíblemente positivo que uno como activista crea profundamente en lo que hace, le ponga pasión a su lucha, y permita que su corazón le brinde fuerzas. Pero cuando se trata de estrategia, se debe pensar con la cabeza, se debe analizar las fortalezas de uno, las debilidades del otro, estudiar el entorno y plantear escenarios. Esto requiere serenidad, en especial para ver las cosas como son.

Nada de eso se ha hecho en los últimos meses. La irrupción de una nueva propuesta dentro de la oposición solo generó encuentros que, más que basados en ideas, se han basado en trivialidades como batallas de slogans, o trending topics propuestos por un "profeta" brasilero que opina sobre Venezuela, desde México. Hemos confundido las posturas estratégicas con riñas personales, y eso nos hace mal.
Resulta imprescindible un debate y entendimiento entre los demócratas que no se base en defensa apasionada de posturas y riñas personales.

En lo particular, creo pertinente darse cuenta al menos que ya no hay una visión estratégica imperante en la oposición. En grandes rasgos hay dos, y quien defiende una debe darse cuenta que quien defiende la otra algo de razón debe tener, pues nadie tiene la verdad absoluta en sus manos, por más que nos guste pensar de esa manera.

Por ello propongo algo sencillo: Debemos entender cada postura, conocer la fortaleza de cada una, comprender sus debilidades, y así realizar un ejercicio dialéctico.  Por dialéctico me refiero a esa tríada filosófica donde una tesis (en este caso, la moderada) se contrapone a una antítesis (en este caso, la radical) para que, de dicha pugna surja una síntesis (en este caso, lo que debería ser una visión estratégica de los activistas de oposición). Es un debate urgente para la unidad democrática.

Pasemos entonces a analizar las posturas de las dos principales visiones encontradas dentro de la alternativa democrática: "los moderados" y "los radicales" , los cuales mencionaré siempre en comillas pues me parece una etiqueta innecesaria.
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La postura de "los moderados" se centra en la construcción de una mayoría. En resumen, esta visión argumenta que el primer paso para cualquier aspiración es construir una mayoría que, más que cuantitativa, dada sus dimensiones, pasaría a ser una diferencia cualitativa para las fuerzas democráticas. Ello permitiría ganar elecciones (tanto las agendadas como las que surjan) a pesar del ventajismo electoral. Su norte es despolarizar, pues con una sociedad polarizada (tanto social como políticamente) el PSUV siempre gana.

La postura de "los radicales" se centra en ejercer la resistencia. En pocas palabras, esta noción encuentra su justificación bajo el diagnóstico de la realidad institucional venezolana, la cual se encuentra controlada por el PSUV. Ante dicha situación hay quienes que, con válidas razones, son escépticos con respecto a seguir un camino únicamente electoral. Creen que hace falta mucho más para alcanzar el cambio en Venezuela, pues el régimen se resiste al mismo, y por tanto hay que cambiar las instituciones a través del poder de la gente en la calle.

En ambos casos, los objetivos y los medios no están claramente definidos, o al menos no han sido bien comunicados. En el caso de quienes buscan construir mayoría, hay quienes parecen profesar “La mayoría por la mayoría misma” , y en el ámbito de la resistencia hay quienes defienden “la calle por la calle misma”, como si ambos elementos, per se, fuesen suficientes para lograr algo. No lo son.

“La calle” y “la mayoría” son fuerzas que deben ir orientadas hacia algo. No brindarles un norte es simplemente inútil. Queda descartado entonces quienes confunden el medio (la mayoría y la calle) con el fin (por definir). Y quedan descartados no por algo personal, pero es que si estamos hablando de estrategia - el arte de construir caminos destinados a conseguir un objetivo- quien no me hable de objetivos, no está sumando. Y si los tiene escondidos, pues que se atenga a las consecuencias.

Algunos más sensatos de cada bando sí se han planteado algunos objetivos. De parte de ”los moderados" , he escuchado la búsqueda de una victoria en parlamentarias de 2015, como también he escuchado sentar al gobierno a dialogar (que de nuevo, eso me parece un medio, que además es peligroso) , o ganar en 2019. Desde la resistencia he visto básicamente dos: desplazar del poder al PSUV, u otros hablan de “democratizar el Estado” (es decir, generar condiciones electorales justas, recobrar el equilibrio de poderes a través de autoridades independientes, etc).

Es aquí donde quizá encontramos mayor divergencia: ¿CUÁL ES EL OBJETIVO? ¿QUÉ QUIERE LA OPOSICIÓN?

Si alguien extranjero me preguntase a mi como analista: " Ajá, ¿y qué quiere la oposición?" , me vería en la obligación de responder algo como: "Existen sectores que se han planteado esto y lo otro, mientras otros grupos se plantean estas otras cosas". Excelente. Pero como activista diría : "Bueno, en esta vaina se supone que todos queremos un mejor país, y hacia eso deberíamos enfilar nuestros esfuerzos, TODOS, en forma organizada, porque aquí no estamos jugando carrito, aquí nos enfrentamos a un gobierno que se se adueñó del Estado y sus recursos.¨

Y aquí es donde me voy a poner antipático. Veamos los defectos de cada parcialidad democrática:

La visión de los moderados sufre un poco al plantearse como lidiar con un sistema político que busca dominar aún más a la sociedad. Ya sabemos que en la parte social orientan bien sus esfuerzos, haciendo el importante trabajo de despolarizar,  pero si bien sus esfuerzos sociales parecen acertados, su aproximación a la realidad político-institucional venezolana no lo parece tanto, lo cual se refleja en la incomodidad que le producen preguntas como: ¿Y qué harán cuando sean mayoría? ¿qué evitará que cambien las reglas de juego? ¿no éramos mayoría en 2010, pero un gerrymandering nos hizo perder en la práctica? ¿qué pasó con el reclamo de abril 2013?, y así una interminable lista de críticas centradas en lo que, según sus críticos, es su pobre reconocimiento y aproximación a la realidad de un aparto estatal controlado por el PSUV, que no piensa ceder en sus pretensiones de control socio-político.

Sí, algunos comentarios duelen. Pero la crítica es necesaria para fortalecer propuestas, precisamente por eso la democracia es buena.

La visión radical también tiene sus debilidades: En primer lugar tiene que plantearse seriamente como protestar sin polarizar, pues algunos (algunos, ojo) parecen no notar que este fenómeno político y social siempre hará al gobierno fuerte.  Por otro lado, los defensores de la resistencia deben plantearse cómo superar un obstáculo práctico que deben enfrentar: la ausencia de disciplina no-violenta. Esta resulta fundamental en las aspiraciones de cualquier movimiento de resistencia, y al parecer no todos los "radicales" comprenden esto a cabalidad. Aquí la crítica también se ve reflejada en comentarios que les incomodan, como: ¨Tú propuesta sólo polariza, sólo radicaliza, sólo hace cerrar filas al chavismo¨, ¨la resistencia ya se usó en 2002-2003, y fracasó" , "mandaste la gente a la calle y ya no la puedes controlar¨ , ¨tu propuesta es muy frontal, genera rechazo" , y así un montón de críticas centradas en la incapacidad de los radicales para cohesionar al país, como también en parte seguirle el juego al gobierno al supuestamente polarizar.

Sí, duele reconocerlo. Pero como decía Karl Popper, la democracia es el juicio al buen gobierno. Si somos democráticos en la alternativa democrática, debemos hacer juicios a las propuestas, criticar las malas ideas (y acciones) y premiar las buenas iniciativas.

Planteo estas debilidades porque a través de ellas podemos ver qué cosas NO estamos en capacidad de alcanzar, a saber:

Sería muy difícil una victoria electoral sin un cambio institucional
Sería muy difícil lograr un cambio sin una mayoría sólida

Entonces, hay dos objetivos estratégicos:

1) Crecer en apoyo popular
2) Democratizar el estado

Todo ello como condición necesaria para alcanzar el objetivo máximo ( y espero que todos compartamos esto) que es: Establecer un gobierno democrático y plural en el poder, capaz de unificar al país y alcanzar el progreso para los Venezolanos.

Pero ahora es que viene lo bonito, ver como unimos esas fortalezas (tanto de visiones como de actores) en una propuesta estratégica coherente que logre enfilar los esfuerzos de todos los activistas democráticos. Ello requiere deshacernos de las debilidades de cada una, estar dispuestos a ceder un poco, y sobretodo dejar de lado las hormonas.

Si hacemos un buen ejercicio de maximización de recursos, nos daremos cuenta que los moderados resultan útiles para el primero, y las radicales para el segundo. Ambos son objetivos imprescindibles

El tema de los tiempos (lograr el cambio en 2019, o en 2015, o 2014) y los actores ( Henrique, Leopoldo, etc) se puede tocar más adelante, pero lo cierto es que los tiempos serán más rápidos o más lentos dependiendo de cuanto empeño coloquemos en cambiar las cosas, en luchar contra el status quo. También es cierto que si en verdad estamos unidos, el tema de los actores no importará tanto, pues todos representarán en alguna medida la misma estrategia, resultando todos igual de necesarios para la consecución de los objetivos.

Ahora bien,  independientemente de la visión a mediano y largo plazo, existe un punto realmente difícil y urgente de decidir, a saber:

¿qué hacer con el peo en el que estamos metidos?

Tenemos que plantearnos una victoria YA. Creo que los moderados se plantean algo muy timorato (si es que lo han planteado) y los radicales algo muy ambicioso. Para el corto plazo, me parece poco realista aspirar una completa depuración de " el poder", como también me parece triste y peligroso aspirar a algo tan conformista como simplemente a sentarse a dialogar.

La gente salió a la calle a exigir cosas, el problema es que exigió demasiadas cosas de un solo golpe. Creo que incluso si el gobierno quisiera cambiar (que sabemos no quiere hacerlo y se negará) tendría problemas para implementar tantas exigencias.

¿La solución?

Escojamos las batallas que podemos ganar. Para este cortísimo plazo propongamos una, dos o tres metas que podamos conseguir. Por ejemplo: Destitución de la defensora del pueblo y elección de una nueva, equilibrada defensora. Nombramiento de nuevas autoridades que den equilibro al CNE y TSJ, y desarme de los colectivos.

Luego de conseguido algún objetivo (el que sea) , podremos cantar victoria y reagruparnos.

¿Diálogo?

El diálogo en sí mismo no es malo. Pero es malo cuando se usa para que el gobierno gane tiempo. Antes de ir al diálogo el gobierno debe cumplir algunas de nuestras exigencias. No se puede ir al diálogo si es para enfriar las calles, no se puede ir al diálogo si es para que el gobierno gane tiempo, no se puede ir al diálogo a que sólo nos den promesas sin que antes nos hayan dado evidencias de cambio (como cumplir exigencias). Sí se puede dialogar si ello no implica que usarán dicha herramienta para apagar nuestras exigencias, y sí se puede dialogar si previo a dicho acto ya ha habido cambios democráticos, y durante el mismo continúan cumpliéndose nuestras exigencias.

¿Luego de esta coyuntura, qué?

Independientemente de como termine esta crisis, resulta necesaria la conformación de movimiento socio-político de resistencia no-violenta. Llámelo como usted quiera, pero una iniciativa de este tipo ayudaría a alcanzar los objetivos 1 y 2 planteados anteriormente.

El ser un movimiento, permitiría crecer socialmente si incluye representantes y actores de todos los sectores del pueblo. Esto sería distinto a la MUD, pues consistiría una alianza social popular. Sería una plataforma donde tengan representación las madres del barrio, los estudiantes, los comerciantes informales, los políticos. El eje común que los una pueden ser los problemas socio-económico, pero resulta imprescindible que vaya acompañado de mensajes, valores y símbolos venezolanos que sean capaces de unir a un pueblo, y dejar cada vez más aislado al gobierno. 

Sería interesante también la inclusión de voceros no-tradicionales (sin la exclusión de estos últimos, pues resultan esenciales) ya que los chavistas que quieren cambio no confían en líderes opositores ,  pero no significa que no quieran cambio. Por tanto, debe ser un movimiento que incluya a las bases del PSUV , representantes de todos los sectores sociales, y permitir que ellos también se dirijan al país, de forma que al no tener sesgo negativo, puedan ganar la confianza de la gente

Este movimiento debe implementar la resistencia no-violenta: Normalmente pienso mucho en el fondo y no la forma, pero bajo nuestra realidad,  el método importa. Los conquistas que querramos alcanzar dependen en gran parte de como las busquemos, pues en una sociedad polarizada, la violencia (por minúscula que sea) puede que cierre filas. Por otro lado, los cambios de regímenes autoritarios a democráticos se lograron la mayoría de las veces gracias a la actuación pacífica de la sociedad. Ello demuestra contundentemente el éxito de la lucha no-violenta, y el rotundo fracaso del uso de las armas .

Por otro lado, ante un gobierno que ha acumulado mucho poder más allá del que le es permitido (a través del control de instituciones más allá del ejecutivo, y el control discrecional de casi todo lo público) es necesario que le ofrezca una resistencia que lo frene, y luego incluso le haga retroceder hasta que tenga que ceder parte de ese poder inconstitucionalmente adquirido.

Lo cierto es que, cualquiera que sea nuestra visión estratégica para recobrar la democracia en Venezuela, no podremos llevar la misma a puerto seguro si no forman parte de ella todos los actores y factores que hoy adversan la cúpula corrupta del PSUV. Decía Napoleón que uno nunca debe interrumpir al enemigo mientras comente un error. Hoy el gobierno mira y no nos interrumpe al ver como vamos por caminos separados, pues sabe que estamos cometiendo un error al hacerlo. No le demos el gusto. No lograrán dividirnos, pues sabemos que en la unión está la fuerza.













martes, 4 de marzo de 2014

El que se cansa, pierde

Soy un tipo de instituciones. Desde que comprendí en la universidad que la gran tragedia de nuestra historia es el caudillismo y la incapacidad de nuestra sociedad para construir instituciones fuertes, me consideré acérrimo enemigo del personalismo. En consecuencia, siempre he estado a favor de las ideas, de las propuestas. Incluso en mi partido, del cual orgullosamente soy activista, me dediqué a fortalecer la ideología, a crear identidad alrededor de una visión, no de un líder.

Soy además una persona crítica que evalúa todo con cuidado. Pero  resulta que mi organización cuenta con un responsable nacional que sin duda es carismático, inteligente, y que cuenta con una visión y liderazgo envidiable. A muchos les resulta difícil no dejase llevar por sus cualidades, y sin embargo, son pocas las veces que hablo de él o lo defiendo en público, por la sencilla razón de que no me gusta personalizar. Pero hoy las cosas son distintas.

El 23 de enero  de 2014 López anunció junto a Maria Corina y otros actores que entraríamos en un proceso de construir un camino constitucional hacia la salida del gobierno nacional, siendo el primer paso para ello convocar a asambleas de discusión en todo el país el 2 de febrero. Las mismas recibieron críticas, e incluyo yo tenía reservas de forma respecto a la iniciativa (no me gustaba el título de la cosa: ¨LaSalida¨).  

En una de las asambleas del 2F (la de Chacaito) Se convoca a una actividad para el 12 de febrero, y a partir de allí en el país se dan protestas, y con ellas detenciones. Se empiezan a caldear los ánimos, y así llegamos al 12F. Luego de una marcha pacífica, lamentablemente los violentos arremetieron contra unos muchachos que se quedaron luego de la marcha.

El mismo 12 de febrero aparece una orden de arresto en contra de López. ¿Por qué? ¿Por convocar a una marcha? ¡A la mierda! La marcha la terminaron por convacar todos, desde Requesens, hasta María Corina, y el mismo Henrique Capriles, tuiteando un mapa de la ruta a sus 4 millones de seguidores.

Evidentemente, la razón por que quieren preso a López no es ninguna de las que aparece en el papelito emitido por una corte. El tipo debe ser muy incómodo para  el régimen  como para que, al calcular el costo político, el gobierno haya preferido tenerlo preso (con todo lo que eso implica: críticas internacionales y apariencia dictatorial) que tenerlo libre (con todo lo que eso implica: que organizara un movimiento y que convocara actividades).

Una vez que emiten la orden de captura, López pasó a la clandestinidad por unos días, para luego decidir entregarse. Confieso que no sabía exactamente cuáles eran las intenciones de Leopoldo, pues él no había podido comunicarse fácilmente con su organización. El día de su entrega lo único que teníamos realmente claro los activistas de Voluntad Popular era que, independientemente del fervor de la gente, debíamos lograr que la jornada transcurriera en paz.

Curiosamente, para algunos lo que más les incomodó del día es que la entrega de Leopoldo es que  haya sido un evento mediático. ¿EN SERIO? Están arrestando a alguien por su ejercer la libertad de asociación y manifestación, por tener la capacidad de mover miles de personas, ¿Y LES MOLESTA QUE HAYA UN SHOW POR ELLO? Vale, al menos salió en la portada de todos los diarios internacionales, y es, junto a los hechos del 12F y la represión, lo que más ha desenmascarado al gobierno

Luego de ver las condiciones en que retienen a López , lo único que puedo confirmar es que el gobierno en verdad tiene toda la intención de neutralizarlo, y ahora que buscan arrestar a Vecchio (quien en términos ¨mediáticos¨ no es lo mismo que LL, HCR o MCM) lo único que puedo pensar es que quieren neutralizar a toda una organización.

Señores, estamos en dictadura. La existencia del gobierno es antagónica a nosotros los activistas democráticos. Aquí las instituciones no funcionan, son ficticias. Lo único real son las fuerzas políticas que hay en la calle, y el costo político que implican las mismas para el gobierno. Como el gobierno no tiene frenos institucionales, lo único que le puede hacer cambiar de parecer en sus decisiones, o hacerles tomar cursos de acción que no querían, es el costo político.

Aquí ya no se trata de buscar cambios marginales en el sistema. Al menos no podemos pedir eso luego del 12-F, luego que el régimen se quitó la careta. Las detenciones de López y Vecchio solo reflejan que aquí cualquiera que piense diferente (y sea incómodo) al gobierno, puede ser neutralizado, ya sea a través del sistema de “justicia”, ya sea con violencia. Hoy es represión política, mañana será por protestas sociales, económicas, o cualquier otra.

Me van a disculpar, pero si ser incómodo para el gobierno es razón suficiente para estar preso, lo único que puedo decir es que cualquiera de nosotros pudiera terminar como López. Por mi parte digo entonces que haré todo lo que pueda para lograr que López salga en libertad, lo cual en pocas palabras es lo mismo que buscar un cambio en quienes hoy detentan el poder en Venezuela.

Lo creo necesario no solo porque su libertad en sí misma sería una victoria para la democracia, sino en especial porque creo que su visión está mucho más acorde y ajustada a la realidad política venezolana que de otros líderes. Y aunque es cierto que el movimiento socio-político de resistencia civil que se debe conformar en Venezuela para alcanzar el cambio no depende (ni debe depender) de López o Capriles, siento que su influencia y ánimo que ejerza en la opinión pública y los distintos actores sociales que deben ser parte de dicho movimiento es, sin duda, de suma relevancia para las aspiraciones que tenemos los activistas democráticos de tener de nuevo una Venezuela libre, justa y de los venezolanos.


Nunca lo adulé en persona, y las veces que trataba con él siempre era para realizar críticas constructivas. Pero hoy le quisiera decir lo que una y otra vez nos repetía a los activistas: Fuerza y fe, hermano. Estamos contigo y no descansaremos hasta ver nuestra patria libre de las cadenas de opresión que mantiene sobre nosotros una pequeña cúpula en el poder. El que se cansa, pierde.





sábado, 1 de marzo de 2014

Pax en Caracas: La verdadera importancia del Mun. Libertador para el gobierno.

Es un hecho, el gobierno está aplicando un apartheid político sobre el municipio Libertador. Al gobierno le resulta excesivamente importante mantener la apariencia de calma en el Distrito Capital, la apariencia de mayoría absoluta, la apariencia de normalidad. En fin, invisibilizar el descontento popular. Honestamente no sé por qué, pero sí sé una cosa: si al gobierno le importa tanto, es porque dicha realidad debe ser un sustento importante para su poder. ¿Se lo vamos a permitir? Seríamos estúpidos si lo hiciéramos.

Por supuesto, uno puede inferir las razones: En Libertador están los poderes públicos, el libertador residen las que se suponen son las bases que apoyan al gobierno (que muchas están moletas pero temen expresarse), en libertador están los colectivos armados. Libertador es la vitrina mediática del país, y tristemente Venezuela podría estar incendiándose, pero si Caracas (perdón, LIBERTADOR) está en calma y silencio, el efecto no se sentirá.

Por eso es que vemos tanto esmero por parte de Maduro, Diosdado y Jorgito en no permitirnos entrar a Libertador, y además vender al municipio como zona de paz (lo cual es nauseabundamente cínico pues allí mueren demasiadas personas por hampa, y hacen vida los colectivos malandros que aterrorizan impunemente a la gente) . No podemos caer en el chantanje del gobierno. Hay gente en ese municipio que nos apoya y que la tienen políticamente ¨secuestrada¨. Y si en verdad queremos un cambio, las manifestaciones políticas tienen que ser también allí.

Dividir a la ciudad en este y oeste, y evitar el paso desde lo que era el Distrito Sucre (Baruta, Chacao, Hatillo, Sucre) al Mun. Libertador,  es precisamente colocar un cordón y evitar que las manifestaciones lleguen a donde tienen que llegar.

Me asusta un poco la visión estratégica/militar que tienen los tipos del asunto, pero en cualquier disputa, hay que conocer al enemigo, y por lo que veo defender ese terreno les resulta fundamental. Por algo será, y por ello no podemos regalárselo.

La protesta pacífica, y la protesta en cualquier sentido, es un medio que sirve para llevar un mensaje para que lo escuche alguien. Resulta que ESE ALGUIEN que queremos que nos escuche NO ESTÁ EN BARUTA, NI EL HATILLO, NI CHACAO. Ese ¨alguien¨ que queremos que nos escuche ESTÁ EN LIBERTADOR, y son dos ¨audiencias¨: Las clases populares, para que se nos sumen, y el gobierno nacional, para que sienta un poco más de cerca el malestar.


Si en verdad le quieren dar ¨contenido social¨ a las protestas, no nos dejos chantajear por Jorge Rodríguez, no nos dejemos acordonar, no dejemos que apliquen el apartheid político sobre nosotros. La manifestación pacífica es un derecho, y podemos ejercerlo donde queramos. Mientras siga en el este, la protesta será política. Cuando la llevemos a Libertador será social, y por ende más fuerte. Hasta entonces no.

@RoddyEnrique

miércoles, 26 de febrero de 2014

La hora del pueblo

Tal como dice el himno del PSUV, ha llegado la hora del pueblo.

Y me permito usar su tonada pues el momento lo hace pertinente, y sobre todo porque la dirigencia del PSUV ha traicionado los ideales que tanto enarbolan, para enfocarse únicamente en mantener el poder y los beneficios que han acumulado a través de sus distintas posiciones del poder nacional. Ello me da permiso de usar sus letras, pues su dirigencia no las honra. Ha llegado la hora del pueblo, pues el pueblo ya no se deja engañar, ya no se deja manipular.

Lo que hemos visto en las últimas semanas es un gobierno que no le importa la vida, que no le importa los problemas que vivimos en el día a día. Un gobierno que en vez de escucharnos, prefiere reprimirnos. Que en vez de reconocer sus errores, los cuales les son dichos en la cara por el pueblo, prefiere ignorarlos e inventar historias de golpe en televisión.

Ya en los últimos meses hemos venido de sufrir de escasez, principalmente porque el gobierno se empeñó intentar producir, expropiando a quienes sí producían, y resulta que ahora estamos viviendo las consecuencias de la inútil gestión de Maduro. También hemos tenido que lidiar con una inflación que hace agua a nuestros salarios, obligándonos cada día a hacer aún más sacrificios para llegar a fin de mes.

Por último, la violencia y seguridad desatadas llegaron a un punto que resultan nauseabundas. Y en gran parte por ello protestaban los estudiantes: por la seguridad. Ya vimos cuál es la respuesta del gobierno a estas protestas: represión y muerte. Si hoy reprimen a quien protesta por seguridad, significa que mañana reprimirán a quien proteste por la inflación, a quien proteste por la escasez, a quien proteste por la ausencia de medicinas.

No es la hora de Capriles ni de Maduro, de Leopoldo o de Diosdado, ni de Falcón o Rodríguez. Es la hora del pueblo. Y por pueblo me refiero a un movimiento socio-político que unido emprenda acciones contra un gobierno que ya sólo le interesa mantenerse en el poder, y que ante el pésimo manejo que ha tenido de la economía, dejando los anaqueles vacíos, y haciendo que no nos alcance la plata con la inflación, en cualquier momento podría dirigir sus baterías también en contra de los más pobres, los que necesitan más.

Según el libro rojo del PSUV, los antecedentes e inicios de la revolución se encuentran en febrero de 1989, cuando un pueblo indignado fue reprimido cruelmente por las autoridades de aquel entonces. Hoy la dirigencia del PSUV se comporta igual que aquello que juraron adversar, son lo mismo que dicen querer cambiar. Febrero de 2014 está teñido de sangre, al igual que febrero de 1989. Aquí no hay socialismo, aquí no hay solidaridad, aquí hay una dictadura interesada en mantener el poder, una dirigencia madurista que traicionó al pueblo, y no pretende echar para atrás.

Aquí no hay para donde agarrar, aquí hay que buscar el cambio. La alternativa popular y democrática tiene que crecer. Crecer, crecer y crecer. Debe haber un mensaje claro de cambio, y una plataforma que represente y unifique a todos los sectores del país. No hay polarización que valga cuando un pueblo unido, en conjunto, decide dejar de lado la diferencias políticas pasadas, para darse cuenta que hoy vivimos en tiranía, y que la tiranía solo busca mantener el poder del Estado. Aquí se tratará del estado contra la sociedad, y nosotros como un todo debemos adoptar la resistencia no violenta, con voceros variados, que representen a los distintos sectores populares. No será fácil, como tampoco rápido, pero hay que resistir hasta lograr el cambio.

Sólo así el apoyo popular al cambio será tan abrumador que los cogollos del poder rojo se queden solos en sus cúpulas, sin nadie que les apoye, ni siquiera sus fuerzas represivas.  En lo que se supone es un Estado secular, la hora perfecta no la dicta el gobierno, y tampoco se espera al tiempo de Dios. En Venezuela las grandes conquistas la han alcanzado los venezolanos, y ese sentido los tiempos los pone el pueblo, y por fin llegado su hora.


miércoles, 19 de febrero de 2014

#LaEstrategia : Algunos pasos que debería seguir la #ResistenciaVzla

¨ ¿Cómo haces tú para tomar el control de una cárcel dominada por un pran? ¡Venezuela es como una cárcel, y Maduro es el pran!  Juan Pinto

Les confieso que nunca había sido tan complejo para mí comprender un problema y plantear una solución al mismo, y eso que a mí me encanta comprender las cosas y proponer soluciones. Pero es que la complejidad de Venezuela, llena de dilemas, no lo pone fácil.

Normalmente veo la realidad-país a través de tres o cuatro lentes: bajo la óptica del ciudadano, la del politólogo, y la del activista político. La primera está fuertemente influida por los valores y el sentido del deber, la segunda por la racionalidad, el análisis frío, e incluso una dosis de pesimismo, mientras que la última es optimista, y naturalmente influida por la ideología y organización a la que pertenece.

Sin embargo no vine a hablarles de mí, sino de cómo interpretar el problema que vivimos, y que deberíamos hacer como alternativa democrática al respecto. Para eso responderé las tres preguntas más básicas y esenciales que debe plantearse toda estrategia: ¿Dónde estamos? (Diagnóstico), ¿A dónde queremos llegar? (Objetivos), y ¿cómo queremos llegar? (la estrategia con su táctica y acciones). Todo ello a través de las tres formas de ver la realidad que ya mencioné.

¿Dónde estamos?

Hace unos días, luego de manifestar por distintas calles, caminaba de vuelta a casa junto un viejo amigo (Juan Pinto) mientras discutíamos sobre la naturaleza de este gobierno. En medio de términos como corrupción, dictadura, propaganda, represión, y otros, Juan me hizo la siguiente pregunta:

¿Cómo haces tú para tomar una cárcel controlada por un pran? ¡Este gobierno es como un pran, y Venezuela es la cárcel!

Sin quererlo, mi amigo había hecho una de las analogías que más sencillamente describe al gobierno actual, y al mismo tiempo me había hecho una pregunta muy difícil de responder. Me quedé atónito y pasé a meditar cómo funcionaba una cárcel y su pran, y por analogía Venezuela y su gobierno.

Un pran no quiere perder el poder y sus privilegios, el gobierno tampoco. Un pran tiene casi todas las fuentes de poder que hay en la cárcel, el gobierno las tiene sobre Venezuela.

Comprender esto resulta fundamental para entender qué clase de gobierno tenemos, y qué debemos hacer al respecto si queremos desplazarlos del poder.

Estamos ante un gobierno tiránico, de eso no cabe duda. Reprimir marchas, cerrar canales de TV, y presionar a los periódicos lo ratifica. Es un gobierno que además es corrupto, ineficiente, que tiene a la gente pelando bola, con miedo de morir en las calles por la inseguridad, y con punzantes problemas sociales. Y a pesar de todo esto sigue allí, en el poder.

Para comprender como se mantienen mandando el pran y el gobierno, debemos entender sus fuentes de poder: Las del pran son las armas, el tráfico, el dinero, y la capacidad de corromper guardias. Las de un gobierno son: La legitimidad, la coerción, el dinero, la propaganda, y el recurso humano/estructural. Esos son los elementos que debemos analizar para hacer un diagnóstico serio. Los explico brevemente a continuación:

La legitimidad/polarización:

Existen básicamente tres razones por las que una persona obedece algo: Porque cree o está de acuerdo con ello, por que espera un premio a partir de obedecer, o porque teme un castigo por no hacerlo. El caso de premio y el castigo lo dejaremos para después, pues se expresan en el apartado del dinero y la coerción.

Por tanto, pongamos el enfoque en la gente que obedece a este gobierno voluntariamente. Es decir, la que hoy todavía cree en el proceso. Esto es de extrema importancia pues, ya que el gobierno tiene el control de los otros pilares, este es el único del que podemos apoderarnos. Y al apoderarnos de él, comenzaríamos a ¨minar¨, ¨corroer¨ y ¨debilitar¨ los demás pilares.

La fortaleza de este gobierno está, en gran parte, en haber divido el país. Al haber dos mitades que no se conozcan, que no se comprendan, y que no confíen entre sí, será casi imposible que unos migren de un polo a otro, lo cual provoca que la base de apoyo el gobierno sea difícil de atraer, pues no confía en las otras opciones, ya que las mismas han sido objeto de ataques, insultos, y críticas durante más de 15 años.

Pero aun así, en un contexto de polarización al gobierno no le importará mucho si tienen 54% o 46% de apoyo,  pues es lo mismo para ellos. Es un bloque grande al que hay que defenderle sus derechos ancestrales de pueblo explotado por oligarquías e imperios extranjeros (o al menos así lo venden ellos).  Ello siempre les dará luz verde para hacer lo que les venga en gana. Creo que solo les preocupa el número de apoyo el día de las elecciones presidenciales, y como se refleja electoralmente.



La propaganda:

Sobre esto no tengo que profundizar mucho. El aparato comunicacional del gobierno se construyó poco a poco en los últimos años. Primero creando canales y distintos medios, luego cerrando unos cuantos, y cuando descubrió que cerrar medios tenía un costo político alto, decidió comprar los que les adversan. Ello nos deja con una asimetría de información bárbara, la cual busca convencer a la población en general que las cosas están bien, que la oposición es mala, limitando así  la posibilidad que tiene la alternativa democrática de influir en la opinión pública a través de los medios de masas.

El dinero:

Este punto es bastante sencillo de comprender. Imaginemos a PDVSA echando un chorro de dólares a los fondos discrecionales que maneja el gobierno, además del gasto social que realiza el mismo.

Al mismo tiempo, todo este gasto público e incremento de la fuerza laboral pública, sumado a la ausencia de controles institucionales, ha permitido al gobierno usar las fuentes de empleo y los beneficios de las misiones como chantaje para evitar perder simpatizantes. “Sé por quien votas, y si votas por la oposición te despediremos”. “Si la oposición gana quitarán las misiones, te quitarán la beca”.

Esas son las frases con las que manejan premios y posibles castigos para mantener una base de apoyo. Si bien más arriba dijimos que hay un gran número de venezolanos que apoyan al gobierno porque genuinamente creen en su visión, hay un número importante de venezolanos que apoyan al gobierno por razones un poco más utilitarias: Es decir, ven un beneficio material en el gobierno actual, y como les interesa continuar con ese beneficio, apoyan al gobierno.

La fuerza/coerción:

Tenemos unas Fuerzas Armadas que han pasado por un grave proceso de ideologización, unos colectivos que deambulan impunemente por las calles, y una oposición que está completamente desarmada. No creo que deba decir mucho más al respecto para comprender que en este terreno hay poco que hacer.

Lo cierto en este caso (para no ser desalentador) es que por más armas que tengan tanto en instituciones formales, como en grupos irregulares, casi nadie está dispuesto a una masacre. En Las F.A.N. hay todavía muchos oficiales institucionalistas, y eso es algo deberá valer.



El recurso humano/infraestructura:

Por último, existe en Venezuela un Partido Socialista Unido que cuenta con una cantidad de recurso humano, financiero y estructural abismalmente superior a la que tienen los partidos de oposición. Y cuando digo abismal, no es por exagerar. Cuando viajo a los pueblos y veo a los activistas de mi partido hacer activismo con las uñas me siento orgulloso por ellos. Sin financiamiento cuantioso logran hacer unos cuantos volantes, crear una base de datos, sumar integrantes a sus equipos, entre otras acciones loables.

En el bando rojo, por su parte, tienen a su disposición muchas facilidades de infraestructura, mucho dinero para pagar viáticos, entre otras muchas ventajas que le hacen mucho más fácil al gobierno el contacto permanente con su base de apoyo, ya sea para informarla, ideologizarla, chantajearla, o cualquier otra cosa que quieran hacer con ella.


¿A dónde queremos llegar?

Creo que esto es lo primero que deberíamos preguntarnos como oposición. Créanlo o no, este es un punto donde no estamos de acuerdo, y quizá esa sea la principal razón por la cual hay activistas democráticos insultándose entre sí e hiriendo sus sensibilidades. Por ello es que no hay estrategia, pues naturalmente si nos planteamos distintos puntos de llegada, nos propondremos distintas formas de llegar.

A pesar que en el fondo TODOS queremos lo mismo (desplazar del poder a quienes hoy nos oprimen), la fecha propuesta para alcanzar este objetivo difiere en gran medida. Por lo que he podido comprender, hay quienes creen que ese momento será el 2019, donde luego de crecer social y políticamente, estaremos en capacidad de derrotar electoralmente al gobierno, a pesar de las adversidades. Y si no llegase a ser esa fecha, el único adelanto a la misma vendría dado por un estallido social casi espontáneo dada la mala política del gobierno.

Existe otro sector que, dado que comprende que la naturaleza de este régimen es dictatorial, piensa que no tiene sentido esperar hasta el 2019 para intentar removerlo, pues incluso si alcanzáramos a ser mayoría, la misma no se vería reflejada en los votos, ya que el gobierno usaría brutalmente el aparato estatal.

Más allá de las críticas que se pueden hacer a ambos objetivos, si nos permitimos pensar en lo que en el fondo todo activista democrático quiere, nos podemos enfocar en la estrategia como tal.

Desplazar al gobierno nacional del poder, ese es el objetivo. No quiero aventurarme a dar fechas ni nada por el estilo. Un estudio de la realidad nos permitirá proponer las soluciones más pertinentes, y quizá dichas soluciones nos arrojen luz sobre cuándo podría llegar dicho cambio

¿Cómo debemos llegar allí?

Comprendiendo qué clase de gobierno y sociedad tenemos, y conociendo a donde queremos llegar, ya podemos preguntarnos como alcanzar dicho punto. Dicha estrategia incluye, pero no está limitada a, dichos puntos:

Crecer socialmente:

Parte del trabajo de calle está en todos los día buscar gente que convencer. El trabajo de persuasión debe ser permanente, y no es fácil. Capriles y los demás ya casi ni aparecen en los medios, y por esta razón los activistas de base tenemos la enorme responsabilidad de mostrar el rostro confiable de la alternativa democrática.  El gobierno siempre querrá transmitir una y otra vez a los opositores que gritan contra el chavista de base. Son unos pocos, pero el gobierno los graba y los pasa por TV, y llevan a pesar al chavista que todos los opositores (incluidos los líderes)  somos así. Esa no es la cara que debemos mostrar. Recordemos: la fortaleza del gobierno está en la polarización, la intolerancia y el clasismo. No le demos el gusto de mostrar un rostro que no nos permita crecer.

Por ejemplo, yo colaboro con instituciones de carácter nacional, porque comprendo que el alcance del impacto de lo que yo haga (así sea indirectamente) será infinitamente superior al que yo tenga en mi entorno (El Cafetal), donde todos mis vecinos son opositores. Por eso prefiero formar activistas que trabajan donde en verdad está la candela, donde en verdad está el reto: los sectores populares. Resulta imprescindible permear en las capas sociales que todavía no hemos podido penetrar. Hay gente molesta con el chavismo, pero que todavía no cree en nosotros. A ellos debemos convencer.

Organizarnos acorde a la realidad:

Este punto resulta fundamental. Para lograr lo que menciono arriba, como también para alcanzar mejores protestas (lo que digo abajo), es fundamental que nos organicemos acorde a los nuevos tiempos.

Recuerdo haber leído un libro que compilaba la correspondencia de Rómulo Betancourt, y leer las cartas de los años 51, 52, y 53 resultaba fascinante. Ante la represión de Pérez Jiménez, Acción Democrática se organizaba acorde a la realidad: Imprentas clandestinas, reparto fugaz de volantes y panfletos, cartas, etc.

Hoy debemos aprender a usar y ser disciplinados con los medios contemos. Hoy todavía disfrutamos de twitter, Facebook, correo electrónico, entre otros. Los líderes e instituciones oficiales deben aumentar su capacidad de aumentar sus bases de datos electrónicas (más seguidores en twitter, más cuentas de correo a las que se pueda enviar un correo, más likes en Facebook) tanto a lo interno de estas organizaciones (los activistas) como a lo externo (las audiencias a las que les queremos llegar).

Organizarse implica también tener más activistas en las áreas que más se necesita. Ya no estamos en la época de la TV, las ruedas de prensa, y las noticias que nos benefician. Aquí hay que hacer trabajo de hormiguita, y sin organización dicho esfuerzo sería inútil.

Protestar sin polarizar:

Ahora bien, evitar la polarización no es ser pendejo, pasivo, no-reclamar, o peor aún, en criminalizar la protesta pacífica.

Es cierto que protestar en Altamira es inútil. Lo siento, pero debo decirlo. Ni siquiera hay que llegar hasta el 23 de enero para ver que muchos continúan su vida común y corriente, casi sin notar que hay un sector del país que protesta. Y en todo caso, la cosa no es sólo hacer demostraciones en los sectores populares, es hacer que los sectores populares sean quienes protesten

Protestar legítima y pacíficamente nunca puede ser malo. Y si la causa es  justa, aún más, independientemente la que sea. A mí me preocupa la seguridad y la democracia, y otros sectores le puede preocupar la escasez, la inflación, y la ausencia de medicinas. Es válido protestar por ambas.

Las protestas no siempre tienen que ser masivas. Cuando mencioné arriba que debemos organizarnos, es precisamente para que, por ejemplo, un día cualquiera, en una comunidad cualquiera, los activistas de oposición (de esa comunidad o parroquia) convoquen a la comunidad a protestar por algo específico.

Sobre el problema de la polarización, el mismo pasa muchas veces por tonterías como “las formas” y ¨las actitudes¨. Por ejemplo, no es lo mismo marchar y gritar consignas del 2002 (las cuales traen malos recuerdos) que exigir exactamente lo mismo con una nueva consigna, que nos recuerde más bien que dado el contexto actual de crisis social (escasez, inflación, seguridad) y política (represión, censura, apartheid político) que vivimos hoy, es que debemos desplazar del poder al poder.

Por último, hay una cosa en la cual hay que ser franco: Yo sí digo abiertamente que deseo ver a la cúpula podrida del PSUV fuera del poder. Me gustaría que otros venezolanos más honestos, capaces y eficientes estuvieran allí (como podrían serlo Leopoldo López o Henrique Capriles).

En el diagnóstico me enfoqué en las fuentes de poder del gobierno, pero no mencioné a profundidad las debilidades del mismo. Esas son la falta de carisma de su presidente, y los agudos problemas sociales que tenemos hoy en día. Protestar por esos problemas que afectan a la gente en teoría nos hará crecer.

Una protesta es una manifestación ante algo que está mal, normalmente exigiendo que ese estado de las cosas indeseado se cambie hacia uno mejor. En ese sentido la protesta cumple un doble rol: permitir a quienes están molestos manifestarse, y en segundo lugar, que esa demostración de a entender al resto de la sociedad que las cosas no están bien, lo cual hace que el resto de la sociedad comience a cuestionar el mal estado de las cosas.

Si queremos cambio, la protesta y la calle pacífica resultan imprescindibles.

Construir una narrativa poderosa de visión compartida:

El mensaje siempre será importante. Esto no es algo reservado para campañas electorales nada más. Es lo que nos da coherencia como activistas, lo que nos permite persuadir con facilidad. Es los que nos permite tener algo que contraponer al proyecto de las altamente formadas bases del PSUV. Ellos repiten, repiten, repiten, y ante eso debemos tener un mensaje fuerte.

Sé que en la unidad existen visiones diversas del mundo, y eso es natural. Pero venga, pongámonos de acuerdo en algunas cosas.

Esta visión o proyecto no puede ser solamente un plan de gobierno o una propuesta de conciliación nacional vacía. Debe ser una narrativa fuerte, poderosa, que nos de coherencia y fortaleza ante la narrativa que ha venido construyendo y puliendo el gobierno durante años. La nuestra debe también tener contenido histórico, valores, creencias, visión de futuro compartido. Al tener todo eso, las soluciones, propuestas, proyectos y argumentos vendrán por sí solos.

Adoptar la no-violenta como método de lucha:

Por último, estoy convencido que la lucha no-violenta es uno de los métodos que debemos adoptar como UNIDAD. Todos, absolutamente todos, deberíamos leer las obras de Gene Sharp y demás estudiosos del tema. Y esto lo digo como ciudadano, politólogo y activista.

No explicaré si quiera en qué consiste la resistencia no violenta planteada por Sharp, pues mejor que leerlo de mi pluma, resulta mejor leerlo directamente en ¨De la dictadura a la democracia¨.

Creo que si seguimos este camino, el tema de los tiempos (salir ahora o en 2019) no importará mucho. Las condiciones para el cambio están dadas, y estaremos preparados para aprovecharlas.

Nadie podrá negar que si seguimos esta hoja de ruta, podríamos tanto salir del gobierno en menos de 2 años dada su debilidad, como también en cualquier realidad que se nos presente.


Esa es la vía a seguir, llámela como la quiera llamar.