"Los estados no
tienen ni amigos ni enemigos, los
estados tienen intereses"
Hoy nos visitan representantes de 56 países, 22 de los cuales son Jefe de Estado y/o gobierno de sus respectivas naciones.
Algunos de ellos son
verdaderos hipócritas. Muchos vienen por admiración genuina, otros por arrastrados,
y otros por intereses descarados. Pero hoy versaré sobre los hipócritas, y comenzaré
con una analogía:
Cuando los Estados Unidos
junto a otros países invadió Irak en 2004, lo hizo bajo la excusa de buscar
armas de destrucción masiva. Cuando no las encontró, se excusó bajo el paragua
de la libertad y democracia de los Iraquíes.
La verdad es que quienes intervinieron poco les importaba el futuro de los Iraquíes. Los Estados tienen intereses, no son agentes de buena caridad que sacrifican sus recursos para defender a otros, pues si de defender personas y su libertad se tratase, Corea Del Norte hubiese sido invadida mucho antes. Pero Corea del Norte no tiene petróleo, Iraq sí.
Esa es la tragedia de un país petrolero, todos lo conocen y manifiestan su interés por ellos, y pocas veces por su gente.
La verdad es que quienes intervinieron poco les importaba el futuro de los Iraquíes. Los Estados tienen intereses, no son agentes de buena caridad que sacrifican sus recursos para defender a otros, pues si de defender personas y su libertad se tratase, Corea Del Norte hubiese sido invadida mucho antes. Pero Corea del Norte no tiene petróleo, Iraq sí.
Esa es la tragedia de un país petrolero, todos lo conocen y manifiestan su interés por ellos, y pocas veces por su gente.
Hoy, luego de dos meses de
violaciones a nuestra Constitución e Instituciones, luego de dos meses de
relativo silencio por parte de la llamada comunidad internacional, cuando veo
venir tantas delegaciones, no puedo dejar de olvidar que, al igual que Iraq,
somos un país petrolero.
Yo no estoy criticando que
vengan a un funeral, eso es algo de lo más normal. Los que criticaré es lo que
esos estados han hecho (o más bien han dejado de hacer) en los últimos dos
meses, y lo que probablemente dejarán de hacer.
Más allá de lo interesante que pueda ser ver a Mahmoud Ahmadinejad y a una delegación norteamericana en un mismo lugar, llama la atención el rol que han jugado otros Estados democráticos ante la dinámica venezolana, y como se hacen la vista gorda ante lo que sucede.
Más allá de lo interesante que pueda ser ver a Mahmoud Ahmadinejad y a una delegación norteamericana en un mismo lugar, llama la atención el rol que han jugado otros Estados democráticos ante la dinámica venezolana, y como se hacen la vista gorda ante lo que sucede.
Sobre países como Rusia, China e Irán no haré mayores
comentarios, pues poco espero de ellos. En Rusia asesinan selectivamente
periodistas de oposición, en China reprimen a los Eighur, a los Tibetanos,
censuran el internet y no hay elecciones, y en Irán reprimen protestas cuando
la gente duda de la veracidad de resultados electorales. Repito, de países tiránicos
no espero apoyo.
Lo que deja mucho que desear es el
silencio de países democráticos como Chile, Colombia, España, entre otros.
Me pregunto: ¿qué opinarán Rajoy, Rubalcaba, El Rey y los españoles en general sobre la manera en que se trató la salud del ex presidente Chávez?¿ No les recordará a la forma en que se trató la enfermedad del dictador Franco?¿ No tendrán una opinión lo españoles sobre el desconocimiento a las leyes e instituciones que ha habido durante dos meses?
Me pregunto: ¿qué opinarán Rajoy, Rubalcaba, El Rey y los españoles en general sobre la manera en que se trató la salud del ex presidente Chávez?¿ No les recordará a la forma en que se trató la enfermedad del dictador Franco?¿ No tendrán una opinión lo españoles sobre el desconocimiento a las leyes e instituciones que ha habido durante dos meses?
Me pregunto: ¿qué opinarán los chilenos y Sebastián Piñera sobre la muerte del ex presidente Chávez? ¿No le recuerda al final de la era Pinochet? ¿Qué pensarán del grosero intervencionismo militar? ¿Acaso no tiene nada que decir un pueblo que tuvo que pasar por una tensa reconciliación, y que busca borrar de su historia el flagelo del pretorianismo?
Me pregunto: ¿qué pensará los
colombianos y Juan Manuel Santos de la nueva prenda revolucionaria que utilizan
los representantes de poderes públicos, la cual es muy similar a la utilizada
por la guerrilla? ¿No es evidencia clara de que los poderes están parcializados
hacia una facción política?
Eso en la práctica se
traduce en permitir que el candidato presidente pueda abusar de los medios de
comunicación durante la campaña. Se traduce en que pueda hacer eventos,
inaugurar obras y emitir propaganda institucional a manera de campaña, incluso
en forma de cadenas. Eso se traduce en que no se investigue de donde provienen
los fondos para financiar las campañas, que probablemente vienen del dinero de
todos los venezolanos.
Me pregunto: ¿Qué pensarían los argentinos si Macri (alcalde de Buenos Aires) ante una aspiración presidencial tuviese que escuchar al alto mando militar afirmar que defenderán el Kirshnerismo, y que harían ganar a Cristina en unas eventuales presidenciales?¿ No se sentirían como en los tiempos de Videla? Estamos hablando que el tipo encargado de cuidar los votos con el Plan República anunció que hará ganar a un candidato (independientemente de lo que diga el pueblo).
Eso en la práctica se
traduce en intimidación a los testigos, se traduce en permitir que en los
centros de votación sucedan irregularidades, se traduce en permitir intimidación
por parte de motorizados.
Mientras seamos un país
petrolero, a otros estados poco le importará todo lo que he mencionado, pues no
les interesa la gente que habita sobre nuestra tierra. Su vista más bien
reposará sobre el oro negro que se encuentra bajo ella.
Por eso esta carta va dirigida a los pueblos del mundo, a las naciones, y no a los Estados. Si los pueblos comprenden lo que en realidad está sucediendo en Venezuela, serán ellos quienes presionen a sus Gobiernos a que se pronuncien al respecto. Son las naciones las que podrían poner un poco de principios en las decisiones de sus líderes, pero a menos que no presionen los pueblos a sus líderes, permanecerán en silencio.
Por eso esta carta va dirigida a los pueblos del mundo, a las naciones, y no a los Estados. Si los pueblos comprenden lo que en realidad está sucediendo en Venezuela, serán ellos quienes presionen a sus Gobiernos a que se pronuncien al respecto. Son las naciones las que podrían poner un poco de principios en las decisiones de sus líderes, pero a menos que no presionen los pueblos a sus líderes, permanecerán en silencio.
Y es que nadie dirá algo en contra
de lo que aquí sucede porque los Estados no son nuestros amigos, los Estados
tienen intereses, y el petróleo es uno de ellos.
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