Imagina que hoy es domingo 8 de
Diciembre. Sales a votar en la mañana por tu candidato de la MUD, y luego
durante el día escuchas en los medios como la gente sale a votar. Hoy es el
día, el plebiscito que tanto esperamos ya llegó, y le estamos dando en la madre
al PSUV y sus candidatos puestos a dedo. Mientras avanza la jornada llegan
rumores sobre como el Potro es arrasado ante una contundente victoria de Ocaríz
en el Mun. Sucre, o como Miguel Cocciola va ganando en Valencia.
Pero eso era predecible.
Imagina ahora como va avanzando el día: Durante la tarde esperamos los resultados de las alcaldías más reñidas, y al adentrarse la noche las autoridades del CNE dan el primer boletín: Confirman los rumores que se veníamos manejando, y nos dicen además que Evelyng ganó en Maracaibo, Daniel Ceballos en San Cristóbal, y Marcos Figueroa en Puerto La Cruz. Todo esto lleva a que la tarjeta de la MUD tenga más votos que el chavismo, y logremos el objetivo del 8-D: ganar en cantidad de votos a nivel nacional las elecciones municipales. Sin duda, una gran jornada democrática.
Muy lindo todo pero, ¿y ahora qué?
El 9 de Diciembre amaneceremos con el mismo presidente, la misma asamblea, y los mismos poderes secuestrados. Seguiremos con inflación, asesinatos en la calle, escasez y hospitales sin insumos.
¿Habrá cambiado algo? No mucho
¿Cambiará algo a partir de nuestra
victoria? Es poco probable
¿O es que sentirse minoría hará temblar
a las cúpulas del PSUV, pues se sentirán muy tristes por no contar con el mismo
apoyo popular que tenía Chávez? No les importará, ni les afectará mucho.
Lo peor es que luego de diciembre
tendremos vacaciones y en caso que ganemos algo, la gente lo olvidará por un
par de semanas, y al regresar en Enero se habrá perdido el fervor o momentum que precisamente estamos
buscando con estas elecciones.
Dicen que la mayoría que demostremos en
diciembre nos servirá para exigir cambios en 2014, pero ¿Cómo vamos a pedir un
cambio a la constitución si no tenemos suficientes diputados para ello? Y si se
escogen nuevos diputados, ¿no se escogerán bajo los circuitos que, aunque
saquemos más votos, le dan más diputados al PSUV? Así sucedió en 2010, así
sucedería de nuevo en 2014.
El cambio no vendrá mágicamente por el
hecho de sabernos mayoría. Eso a lo sumo será un impulso para nuestro ánimo,
una base para emprender nuevas estrategias y acciones, pero está lejos de ser
el referéndum que muchos imaginan.
Muchos piensan que una victoria, más los
problemas del país, harán temblar al gobierno. Constantemente me dicen: “el peo
económico los va a tumba, y sí, puede que la inflación nos tenga jodidos, pero
al final podrán surfear la ola gracias a todo el dinero que hay en la calle. E
incluso si la gente se las ve ruda, hay temas de identidad que todavía hay que
abordar.
Me han dicho que “se están matando en el
PSUV, la vaina es a cuchillo limpio”, a lo cual respondo: el interés a
permanecer en el poder y mantener todas sus prerrogativas es más fuerte que
cualquier división que puedan tener.
En resumen: ¿Si no pudimos cambiar de Sistema con las elecciones de verdad, creen que lo vamos a cambiar con las de mentira? Yo no, y por eso creo que no debemos generar falsas expectativas.
A mi parecer, nos falta visión estratégica de este lado, como también un mensaje. Lo que tuvimos en abril se perdió poco a poco en los últimos meses, y siento que regresamos ser la oposición que no tiene una visión clara, una propuesta país que pueda enfrentar al castro-socialismo. En lo personal, creo que el progresismo como propuesta ideológica es la que más contraste ofrece, pero es solo mi opinión.
Yo no soy muy fanático de querer sacar gobiernos, en general me recuerda al paro. Pero si en verdad eso es lo que quieren, creo no deberíamos pensar tanto en la forma de hacerlo, sino en el fondo que sostiene el sistema que queremos cambiar. Este no es un peo de unas elecciones que nos robaron. No es solo enfocarnos en problemas ¨superficiales¨ de la gente, es enfocarnos en el perverso sistema que está detrás.
Detrás de la inflación, el homicidio y la escasez está la avaricia de un montón de hombres que quisieron el poder por mucho tiempo, y aprovecharon la crisis socio-política de los 90 para hacerse de él. Desde entonces, y en especial desde que les regalamos la Asamblea Nacional en 2005, han hecho todo para crear un sistema donde sea difícil para otros acceder al poder, donde los venezolanos seamos más dependientes del estado, tanto económica como políticamente.
Para entender el cambio hay que entender el poder. El cambio tiene algunas características: Expectativas incumplidas, sensación de injusticia, necesidades insatisfechas, un canalizador, un detonador, entre otras. Para cambiar un sistema esos requisitos deben afectar la base del poder, y este último también tiene distintas bases: Coerción, legitimidad, dinero y recursos humanos, entre otros. Todos varían según el caso: algunos regímenes se sostienen en el poder porque amenazan con la fuerza, otros porque tienen amplio apoyo popular, y otros porque tienen dinero para mantener feliz a la gente.
La legitimidad suele ser el más
importante, pues sin ella quienes tienen las armas no te apoyan. En nuestro
caso lo es aún más, pues no podemos controlar el dinero que maneja el gobierno,
y no podemos contar con unas Fuerzas Armadas Revolucionarias para que cumplan
el rol de una Fuerza Armada Profesional. Por tanto, quienes quieren cambio
tiene el rol fundamental de acabar con la legitimidad de este gobierno.
Pero aquí es donde viene el meollo del
asunto: ¿hasta qué punto un determinado porcentaje de apoyo popular significa
legitimidad, y otro porcentaje significa ilegitimidad?
¿Contar con 51% de apoyo hace a Maduro legítimo, y contar con 49% de apoyo lo hace ilegítimo? No creo que un 2% sea la diferencia entre la legitimidad y la ilegitimidad.
Para el chavismo, siempre y cuando
existan polos, habrá legitimidad para ellos. Por eso que les interesa dividir
al país, para tener legitimidad “a su manera”, basada en la voluntad de una
masa sin respetar derechos individuales, pues en su narrativa (y solamente en
su narrativa) ellos defienden al marginado ante el atropello del oligarca, sin
importar el tamaño de ese lado que defiendan.
Para cambiar debemos corroer la legitimidad del régimen, y para ello debemos acabar con la polarización. La polarización supone que hay polos, y los polos implican que hay dos aglomeraciones relativamente grandes o fuerte cada una. Mientras existan dos mitades o dos polos, ninguna será legítima por si sola. Si pretendemos abrogarnos la legitimidad por ser tan solo la mitad más uno, el chavismo habrá logrado su cometido: Hacernos pensar que democracia es construir a partir de una mayoría, sin incluir a la minoría.
Para cambiar debemos ir a por lo que llamaría Clausewitz: “el centro de gravedad” del contendor, y su centro de gravedad no es la mala gestión. Su centro de gravedad en la retórica de la lucha de clases, el resentimiento, la capacidad de hacer que una mitad no comprenda a la otra. Allí reside su poder, pues mientras eso exista, tendrán un polo a su favor (sea mayor o menor a 50%) , y con ello ¨legitimidad a la chavista¨.
Y no me malinterpreten, “Despolarizar” no es hablarle bonito a Maduro. Despolarizar es más bien darle coñazo argumentativo a los ladrones del PSUV, que por robarse el dinero acabaron con la plata de los hospitales, el sueldo de los profesores, y los recursos de la policía. Despolarizar es desenfundar las incoherencias de la dirigencia chavista. Despolarizar es hacer ver al chavista de base que durante años lo han engañado, y hacer que se venga a nuestro lado, y más nunca vuelva al otro.
Solo comprendiendo esto podremos cambiar las cosas. Y no lo digo porque no crea en las elecciones, pues al contrario pienso que las mismas son esenciales. Lo digo porque siento que el debate se está yendo sobre temas de forma (que si plebiscito, que si referéndum, que si enmienda) , en vez de dirigirse al tema de fondo, que es el sistema perverso al cual nos enfrentamos. Y si no nos enfrentamos al fondo y roemos las bases del sistema chavista, será inútil cualquier intento de cambiarlo, sin importar la forma que adquiera.
Votar siempre será un arma para expresarnos |
Por ahora sigamos con la espalda firme para que no se nos monten encima, y mientras
lo hacemos luchemos por seguir debilitando la base de este sistema perverso, pues
el cambio no viene en los rieles de la inevitabilidad, sino a través de la
lucha continua.