“Conócete a ti mismo y ganarás
una batalla. Conoce además a tu enemigo y ganarás 100 batallas”
Es triste que un civil como yo comience un artículo con una cita de un teórico
militar como Sun Tzu. Sin embargo es comprensible, pues los civiles llevamos 14
años gobernados y escuchando hablar a un militar que narra sus episodios
políticos como batallas de guerra.
Comienzo de esta manera para
ilustrar como las formas discursivas se adentran en nuestro ser, incluso si no
compartimos las mismas. Formas discursivas que han permeado en nuestro pueblo y
han sido internalizadas por muchos. Es importante recordarle esto a quienes
creen que 14 años de discurso podrían venirse abajo el 10 de Enero, y sobretodo
a aquellos que piensan que 14 años serían
fácilmente derrotables en una hipotética elección presidencial.
No esperen que alguien que lleva
escuchando el mismo discurso por 14 años cambie su visión del mundo solo porque
algunas figuras cambiaron de posición. No esperen que quien lleva la mitad de su vida
escuchando que la burguesía es mala vote por un burgués. El chavismo sin Chávez
es una realidad, pero antes de conocerla debemos comprender qué es esa cosa
llamada chavismo. El mismo es una bizarra mezcla de marxismo y socialismo real,
fascismo (aunque prefiero llamarlo pretorianismo), caudillismo, clientelismo y bolivarianismo.
Del marxismo se toman los
elementos que más le convienen. Principalmente la dialéctica como lucha de
clases entre ricos y pobres, y la intervención estatal en la economía como
forma de acabar con la empresa privada (lo cual a su vez le da más control
sobre la sociedad). Aquí encontramos a Nicolás Maduro, José Vicente Rangel,
Elías Jaua y otros.
Del fascismo toma ese elemento
militar que podemos llamar pretoriano. El pretorianismo es esa tendencia castrense
que se ve a si misma como necesaria cuando los civiles fallan en conducir los
destinos de un país. Son quienes se elevaron en armas en 1992, son quienes hoy
gobiernan 11 estados de nuestra nación.
Discursivamente el chavismo tiene
un elemento de gran fuerza. La inclusión discursiva, “el pueblo y la
participación” como centro del verbo, la exaltación de figuras y epopeyas
históricas como Bolívar, Zamora, Maisanta o la batalla de Carabobo. Todo este
elemento discursivo complementado con una fuerte dosis de clientelismo político
financiado por la renta petrolera.
Todo lo malo del chavismo ya lo
conocemos, pues lo vivimos día a día en las calles, y lo presenciamos con
tristeza en el deterioro institucional y
democrático de nuestro país.
En pocas palabras, eso es el
chavismo.
¿Quién podía unir semejantes
ideas en un todo más o menos coherente? Un militar, de izquierda, bolivariano,
que llegó al poder por voto popular.
¿Qué puede hacer que dichas ideas
permanezcan en el tiempo incluso sin Chávez? El chavismo sin Chávez. El mismo
viene gestándose desde hace un tiempo, y paradójicamente ha sido promovido por
el mismo presidente.
Un claro ejemplo de esto es la
evolución del partido de gobierno. Cuando llegó al poder se llamaba Movimiento
V República. Era un partido con escasa definición ideológica, pues contaban con
poco más que el árbol de tres raíces. Era además un movimiento de excesiva
dependencia caudillista, pues su logo era el rostro de Chávez con su boina
roja.
En 2006 el partido de gobierno
pasó de ser un proyecto caudillista a ser un proyecto más ideológico. Su base
ya no era el árbol de 3 raíces, sino el socialismo. Su logo ya no era el rostro
de Chávez, sino la estrella roja, símbolo de socialismo real. Allí se
materializó el socialismo: o en otras palabras, el chavismo sin Chávez.
A uno le enseñan que persona e
institución son cosas distintas, y no solo distintas, sino antagónicas. La
primera tiene vida limitada, mientras que la segunda permanece en el tiempo.
El chavismo sin Chávez es fundir
ambos términos en uno solo. El chavismo sin Chávez es, después de todo, hacer
de una persona una institución y asegurarse que permanezca el tiempo.
La verdad es que el chavismo sin
Chávez es más fuerte de lo que muchos pensaron. La verdad es que ellos están
más unidos que nosotros, pues les une el temor a perder sus prerrogativas. La
verdad es que el chavismo sin Chávez por fin fue puesto a prueba y nos pasó por
encima el 16-D. La cruda verdad es que no estamos preparados para vencer al
chavismo sin Chávez.
Pero es frente a la amenaza de
una nueva derrota donde la alternativa democrática (institucionalizada en la
MUD) debe unirse de verdad. Quedará de parte de nuestros líderes conocer esta
realidad y actuar frente a ella. Pero como dice Sun Tzu, es importante que lo
hagan sabiendo a que se enfrentan, pues para asegurar la victoria es necesario
conocer al chavismo sin Chávez más que a nosotros mismos, pues solo conociendo
al rival ganaremos 100 batallas.
Roddy Enrique Rodríguez
@roddyenrique